jueves, agosto 16

LA CURACIÓN ES UN PENSAMIENTO DE UNIÓN

Josué se daba cuenta de que la superación de las metas logradas por el ser humano estaba en su pensamiento, en su experimentación y en sus verificaciones. El pensamiento era vital en ese proceso que nos había ido civilizando, humanizando y comprendiendo a través de los siglos. 

Se quedaba perplejo cuando en la repetición de las acciones de nuestros antepasados no entraba en cuestión el pensamiento. Era como repetir actos por puro mecanismo, aunque no se entendiera totalmente desde la razón. 

“La curación es un pensamiento por medio del cual dos mentes perciben su unidad y se regocijan. Su gozo exhorta a todos los miembros de la Filiación a que se regocijen junto con ellas, y permite que Dios acuda a ellas y se manifieste a través de ellas”. 

“Sólo la mente sana puede experimentar una revelación de efectos duraderos porque la revelación es una experiencia de pura dicha. Si no eliges ser completamente dichoso, tu mente no puede tener lo que no elige ser”. 

“Recuerda que para el espíritu no hay diferencia alguna entre tener y ser. La mente superior piensa de acuerdo con las leyes que el espíritu obedece, y, por lo tanto, honra únicamente las leyes de Dios”. 

“Para el espíritu, obtener no significa nada y dar lo es todo. Al tenerlo todo, el espíritu lo conserva dándolo, y, de este modo, crea de la misma manera en que el Padre creó”. 

“Aunque esta manera de pensar no tiene nada que ver con la posesión de bienes materiales, aun a la mente inferior le resulta comprensible en conexión con ideas. Si compartes una posesión física, ciertamente divides su propiedad”. 

“Mas si compartes una idea, no la debilitas. Toda ella te sigue perteneciendo, aunque la hayas dado completamente. Y lo que es más, si aquel a quien se la has dado la acepta como suya, eso la refuerza en tu mente, y, por lo tanto, la expande”. 

“Si puedes aceptar el concepto de que este mundo es un mundo de ideas, la creencia en la falsa conexión que el ego hace entre dar y perder desaparece”. 

Josué comprendía esa unión en el mundo del espíritu entre tener y ser. También se quedaba atónito que la mente inferior pudiera entender que dar era expandir, ganar, autoafirmarse y crecer; no era perder. 

“Mas si compartes una idea, no la debilitas. Toda ella te sigue perteneciendo, aunque la hayas dado completamente. Y lo que es más, si aquel a quien se la has dado la acepta como suya, eso la refuerza en tu mente, y, por lo tanto, la expande”. 


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