jueves, agosto 9

TU PAPEL EN LA CREACIÓN

Mario sabía que en toda la obra de creación cada persona ocupaba un lugar específico. No era un lugar de petición, de arrepentimiento, de perdición, ni de soledad. Tenía la seguridad interna que todo era gozoso en la relación con el Creador. 

Todo en Él era gozo, comprensión, apoyo y tranquilidad en cada momento de la existencia. Esa serenidad era lo que más le atraía del Eterno. Lejos quedaron ya esas ideas de miedo y de control enseñadas en las aulas que ejercía el Dios que todo lo sabía. 

Le repetían que Dios lo sabía todo y que nada podía escaparse a su visión. Sin embargo, poco le hablaron del Dios de amor, de cariño, de afecto y de apoyo que lo definía como el mejor Padre del mundo. Los padres terrenales ejercían su autoridad y, a veces, ordenaban, mandaban con autoritarismo. 

La forma de ser de Dios estaba muy lejos de esa manera de entender la relación. Dios era más como una madre comprensiva que llevaba en su corazón a su hijo y que deseaba darle, como le dio en su vientre, todas las energías y todas las sabidurías para andar por la vida. 

Era una tranquilidad ver cómo se definía según nuestra comprensión ese Dios amigo, cercano, sonriente y con los brazos abiertos para ser nuestro mejor confidente y contarle todas las incidencias del corazón. No había mejor padre, no había mejor madre, no había mejor psicólogo, no había mejor psiquiatra, no había mejor médico. 

Esa era la conclusión a la que estaba llegando en su vida Mario. Vida que se manifestaba llena de un fuerte apretón de manos y de una mirada firme y sostenida en sus encuentros serenos. 

“La Biblia afirma repetidamente que debes alabar a Dios. Esto no quiere decir que debas decirle lo maravilloso que es. Dios no tiene un ego con el que aceptar tal alabanza, ni percepción con qué juzgarla”. 

“Pero a menos que desempeñes el papel que te corresponde en la creación, Su gozo no será total porque el tuyo no lo es. Y Él ciertamente sabe esto. Lo sabe en su propio Ser y en la experiencia que Su Ser tiene de la experiencia del Hijo”. 

“El constante fluir de Su Amor se obstruye cuando Sus canales están cerrados, y se siente solo cuando las mentes que Él creó no se comunican plenamente con Él”. 

Mario veía que cada persona tenía la oportunidad de mostrar esa parte comprensiva y ayudadora de Dios. Era un placer saber que el Padre adusto y distante que había aprendido de pequeño, se había transformado en nuestra comprensión en un Padre realmente amante y cercano. 

Y esa veta cariñosa del Padre era nuestro papel en la creación. A Dios no se le podía ver, pero a los que caminaban con el Padre celestial les podía compartir, como canales de Dios, Su Amor y Su apoyo.

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