“El Espíritu Santo, que nos conduce a Dios, transforma la comunicación en el estado de ser, de la misma manera en que en última instancia, transforma la percepción en conocimiento. No pierdes lo que comunicas. El ego se vale del cuerpo para atacar, para obtener placer y para vanagloriarse. La locura de esta percepción la convierte en algo verdaderamente temible”.
“El Espíritu Santo ve el cuerpo solamente como un medio de comunicación, y puesto que comunicar es compartir, comunicar se vuelve un acto de comunión. Tal vez creas que el miedo – al igual que el amor – se puede comunicar y que, por lo tanto, se puede compartir”.
“Sin embargo, esto no es tan real como pueda parecer a primera vista. Los que comunican el miedo están fomentando el ataque, y el ataque siempre interrumpe la comunicación, haciendo que esta sea imposible”.
“Es verdad que los egos se unen en alianzas temporales, pero siempre para ver qué es lo que cada uno puede obtener para sí mismo. El Espíritu Santo comunica únicamente lo que cada uno puede darle a todos. Nunca te quita nada que te haya dado, pues Su deseo es que te quedes con ello”.
Qué bueno ir deslindando, de una forma clara y precisa, la oposición que hay entre el Espíritu Santo y el ego. Dos voces que se enfrentan dentro de nosotros. Y con estos pensamientos vamos eligiendo, cada día, cuál de las dos voces será el germen esencial de nuestra mente.
Así vamos atesorando elementos de paz, de seguridad, de claridad, en cada paso que avancemos.
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