“No necesitas la bendición de Dios porque ya dispones de ella para siempre, pero sí necesitas la tuya propia”.
“La imagen que el ego tiene de ti es la de un ser desposeído, vulnerable e incapaz de amar”.
“No puedes amar semejante imagen”.
“Tú no formas parte de esa imagen, ni ella es lo que tú eres”.
“No veas esa imagen en nadie, o la habrás aceptado como lo que eres tú”.
“Tu hermano es el espejo en el que ves reflejada la imagen que tienes de ti mismo mientras perdure la percepción”.
Tú inventaste la percepción. Y ésta perdurará mientras las sigas deseando”.
Es realmente estremecedor que nunca hemos pensado en el primer mandamiento del amor: "No tendrás otros dioses delante de mí", como un mandamiento que se equiparaba con nuestra imagen del ego que tenemos de nosotros mismos.
La seguridad de nuestro Dios se enfrentaba con nuestra decisión de elegir una imagen de la cual no formamos parte de ninguna manera. Tener conciencia de esta comparación, de esta elección nos deja claro el camino para tomar nuestras decisiones.
Muchos autores nos han sugerido que el poder estaba en nuestras manos, que la decisión estaba en nuestro interior, que nosotros éramos poderosos para tomar esa decisión.
Hemos dudado en muchas ocasiones. Nos hemos visto desposeídos, vulnerables e incapaces de amar. No hemos sido conscientes del Reino del ego y de la decisión que habíamos tomado.
Ahora queda claro que nuestra bendición está en nuestras manos. Dios nunca nos ha faltado. Nunca nos ha fallado. Nosotros sí que nos hemos fallado a nosotros mismos al no considerar que somos co-creadores con Dios. Somos su extensión y formamos parte de esa divinidad como criaturas suyas.
La afirmación interpela a nuestra consciencia totalmente: “No necesitas la bendición de Dios porque ya dispones de ella para siempre, pero sí necesitas la tuya propia”.
Dejar la imagen, abandonar la imagen, abandonar el dios que se interpone con nuestro Creador por decisión nuestra. Somos Sus hijos y por ello, la afirmación amorosa de no caer en el pensamiento de quitar a nuestro Dios de nuestro pensamiento, de nuestro altar interior.
Hermoso desafío de amor. Hermoso pensamiento esclarecedor. Hermosa luz que se derrama por los poros de nuestra piel. Hermoso encuentro con la Verdad que nos centra en nuestra auténtica realidad: Hijos del Dios creador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario