“Sólo un/a Hij@ de Dios es un maestro lo suficientemente digno como para poder enseñar a otr@”.
“En todas las mentes hay un solo Maestro que enseña la misma lección a todo el mundo”.
“Él siempre te enseña la inestimable valía de cada Hij@ de Dios, y lo hace con infinita paciencia, nacida del Amor infinito en nombre del cual habla”.
“Todo ataque es un llamamiento a Su paciencia, puesto que Su paciencia puede transformar los ataques en bendiciones”.
“Los que atacan no saben que son benditos”.
“Atacan porque creen que les falta algo”.
“Comparte con tu abundancia libremente y enseña a tus hermanos a conocer la suya”.
“No compartas sus ilusiones de escasez, pues, de lo contrario, te percibirás a ti mism@ como alguien necesitad@”.
Ante la multiplicidad de maestros en el campo espiritual, siempre recuerdo un relato que deja claro la fortaleza y el poder del Maestro Interior.
Un santón de la India estaba disponiendo para realizar su gira por varios lugares para recoger los donativos que le ofrecían sus devotos. Uno de esos hombres que valoraban la devoción, la importancia de los regalos, la importancia de su persona y su gran renombre.
Cuatro hombres lo llevaban en una tarima con un dosel cubierto por cortinas en sus cuatro lados. Iban de camino cuando un hombre sencillo se lanzó corriendo hacia el santón pidiéndole ayuda. Inicialmente no le hizo caso. Siguieron su camino ignorando la voz del hombre.
Le dijeron, personas de su séquito, que se callara y que se fuera y que no molestara más a su hombre santo. Pero el hombre era tozudo y no cejaba en su empeño de hablar con él. Gritaba, gritaba. Le seguía corriendo y se ponía al lado de la tarima. Las personas del séquito continuaban alejándolo del hombre santo.
Después de un largo rato, accedió el santón a hablar con él. El hombre sencillo, se postró a sus pies y le pidió que le dijera qué debía hacer para ascender a los cielos. El santón no tenía ni idea, pero le dijo que se pusiera sobre un pie y recogiera el otro sobre la rodilla del otro. El hombre sencillo le dio infinitas gracias.
El hombre santo siguió su camino y recorrió todos los lugares que había diseñado de antemano. Regresaba a su casa cargado de muchos regalos. Al pasar por el lugar donde había visto al hombre sencillo, descubrió que había mucha gente y un gran griterío.
Se interesó el hombre santo y le dijeron que el hombre sencillo se estaba elevando al cielo. Corrió a toda prisa y se colgó de su pie en la ascensión. El santón le preguntó cómo lo había logrado. El hombre sencillo le contestó que poniendo en práctica su consejo.
El hombre sencillo continuó ascendiendo y el santón se quedó en el suelo desconsolado.
La entrega del hombre sencillo a la piedad, al amor, a la confianza, y a la divinidad interna suya le había dado hermosos resultados. El santón, a pesar de sus devotos, no había logrado esa ascensión.
Me impactó esta historia cuando la leí. Me di cuenta que no dependía del consejo de los demás. Incluso una propuesta que había salido de forma inesperada para que lo dejara de molestar sirvió para encontrar al Maestro Interior.
Con el Maestro Interior el camino está trazado porque Sus decisiones son certeras, verdaderas, reales y poderosas. Están llenas de abundancia y carecen de escasez.
Hermoso encuentro con nuestro Maestro Interior en esta maravillosa afirmación: “En todas las mentes hay un solo Maestro que enseña la misma lección a todo el mundo”.
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