Esteban se complacía en ir haciendo disecciones del camino de las ideas de las personas. Todas querían más. Todas deseaban lo máximo. Todas se sentían en un mundo competitivo y todas querían sacar ventaja de sus posicionamientos. Todas se sentían pobres y tenían que ser cuidadosas para que nadie les quitara sus propias oportunidades.
Momentos delicados de la vida. El miedo y la inseguridad se multiplicaban. Las fortalezas se medían por sus posesiones. Su poder adquisitivo los definía. Así el materialismo inundaba sus pensamientos y se olvidaban de lo más importante en ellos, su alma, su grandeza, su eternidad, su gloria y sus riquezas eternas.
Nada se podía gozar sin un ambiente adecuado. Esteban se quedaba asombrado de las leyes que se autoimponían la mayoría de las personas en su camino por ese lugar, donde su poder fuera suficiente para sentir seguridad. Ese deseo de ser “especial”, es decir, “Mejor que…..”, y , “Más que …... ¡Pobre comparación que rompía todo lo maravilloso de la vida!
Esteban empezaba a dejar de lado las comparaciones. En las siguientes líneas estaban muy bien descritas: “¡Cuán tenazmente defiende “lo especial en él” – deseando que sea verdad – todo aquel que se encuentra encadenado a este mundo!”.
“Su deseo es ley para él, y él lo obedece. Todo lo que su deseo de “ser especial” exige, él se lo concede. Nada que este amado deseo necesite, él se lo niega. Y mientras este deseo lo llame, él no oirá otra Voz. Ningún esfuerzo es demasiado grande, ningún costo excesivo ni ningún precio prohibitivo a la hora de salvar su deseo de “ser especial” del más leve desaire”.
“del más mínimo ataque, de la menor duda, del menor indicio de amenaza, o de lo que sea, excepto de la reverencia más absoluta”. Esteban veía que delante de él se abrían dos caminos: uno era el de la igualdad, todos somos Hijos de un Mismo Padre; otro era el de la desigualdad, es decir, “ser especial”.
Este camino de “ser especial” estaba definido por varias frases: “Los demás hombres son dueños de su fortuna, los especiales o avaros, son esclavos de la suya”. “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa”. “La destrucción del hábitat está a menudo vinculada a la codicia y el materialismo del mundo desarrollado”.
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