Marce se entretenía con uno de los refranes de la vida que cruzaban de vez en cuando sus pensamientos. “Piensa mal y acertarás”. Era un dicho que había escuchado en algunas conversaciones, en varias reflexiones y en no pocas conclusiones. Ponía de relieve la tendencia negativa del ser humano. Siempre pensaba en él mismo, y claro, siempre era pensar mal.
Era también un dicho que se centraba en la influencia. Si tenías a alguien de tu entorno que pensaba mal de nosotros, sus influjos llegaban a hacernos daño. No éramos tan asépticos como creíamos. El pensamiento de algunas personas era importante en nuestra vida y en nuestras ideas. Nos afectaban mucho más de lo que creíamos.
Marce veía que se le podía dar otra versión también muy acertada: “Piensa bien y transformarás”. La confianza, la visión, el espíritu de una madre que lucha por hacer resurgir los mejores anhelos en sus hijos, eran tan vitales como el alimento físico que les compartía. Muchas energías interiores de muchas personas nacieron de una madre o de un padre totalmente confiado.
Con esa idea en la mente, leía el siguiente pensamiento: “En la medida que atribuyas valor a la culpabilidad, en esa misma medida percibirás un mundo en el que el ataque está justificado. En la medida que reconozcas que la culpabilidad no tiene sentido, en esa misma medida percibirás que el ataque no puede estar justificado”.
“Esto concuerda con la ley fundamental de la percepción: ves lo que crees que está ahí, y crees que está ahí porque quieres que lo esté. La percepción no está regida por ninguna otra ley que esa. Todo lo demás se deriva de ella para sustentarla y darle apoyo”.
“Esta es la forma que, ajustada a este mundo, adopta la percepción de la ley más básica de Dios: que el amor crea amor y nada más que amor”.
Marce suspiraba en sus adentros. Se sentía participante en ese proceso de ver en los demás su interior. Su mirada creaba esa realidad para él. Su mirada creaba una realidad para el que la recibía. Una mirada confiada y comprensiva era el camino de la comunicación de la energía interna de amor. La frase se grababa en su mente y en su corazón.
“Piensa bien y transformarás”.
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