sábado, abril 1

CONCEPTOS REVELADORES DE VIDA

Benjamín estaba contento por el apoyo que recibía de uno de sus mejores amigos. Era un placer contar con personas tan maravillosas. Se podían compartir muchas cosas y era un alivio en muchos momentos. Los amigos tenían una función importante en nuestras vidas. Contar con un amigo era un tesoro. 

En otros momentos, pensaba en esos conocidos, amigos no tan cercanos, con los que no le era posible contactar de una forma más estrecha. Había conocido personas que debía respetarlas. La amistad debe nacer de las dos partes. No se podía obligar ni forzar. Y, ni mucho menos, exigir nada. Había tenido muchas experiencias en su vida y en la experiencia de sus conocidos en ese tema. 

Amistades de mucho de tiempo, caían destrozadas por la exigencia que, en alguno de sus momentos, se había establecido. La palabra amigo procede de la palabra “amor”. En el terreno del amor no hay obligación de ningún tipo. Las imposiciones matan la misma esencia del amor. Benjamín lo tenía claro. 

Empezaba a comprender que todas las personas con las que se cruzaba en su camino tenían una función en su vida. No solamente los amigos cercanos eran los importantes. Todos eran una ocasión de poder desarrollarnos en todas nuestras vertientes. Y, en esa línea, entendía la dirección de aquel párrafo que era motivo de sus reflexiones. 

“Tu hermano es tu amigo porque su Padre Celestial lo creó semejante a ti. No hay diferencia alguna entre vosotros. Se te ha dado tu hermano para que el amor se pueda extender, no para que se lo niegues. Lo que no das lo pierdes. El Padre Celestial se dio a Sí Mismo a vosotros dos, y recordar esto es el único propósito que compartís ahora”. 

Benjamín estaba reflexivo: “Se te ha dado tu hermano para que el amor se pueda extender, no para que se lo niegues. Lo que no das lo pierdes”. Eran palabras que iban cayendo en el interior de su alma. Iban cambiando el concepto que tenía de la amistad. No podía, ni debía, utilizar el amor como un elemento de coacción en contra del otro cuando las actitudes no le gustaban. 

Si decidía quitar el amor del hermano, del amigo, entendía que se atacaba, que perdía, que se hería a sí mismo. “Lo que no das lo pierdes”. Superar los inconvenientes de las relaciones, era superarse a sí mismo de los conceptos de la amistad que tenía. Esos conceptos equivocados eran los que realmente le herían a sí mismo. Cambiar esos conceptos era su liberación. 

“Tu hermano es tu amigo porque su Padre Celestial lo creó semejante a ti. No hay diferencia alguna entre vosotros”. Benjamín veía con claridad que cualquier gesto en contra de su amigo, era un gesto en contra de sí mismo. “No hay diferencia alguna entre vosotros”. 

Los conceptos iban alumbrándose con luz radiante en la mente de Benjamín. La claridad despejaba todas las dudas. La plenitud alcanzaba su alma. Toda persona que llegaba hasta él, era una ocasión de tratarla tan bien como Benjamín se trataba a sí mismo. No podía haber diferencia. La diferencia era un ataque, un castigo, una herida, para los dos. Y eso era toda una equivocación.

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