Felipe quedaba completamente sorprendido. No entendía cómo el ser humano, que se basa en la interpretación de todo lo que le llega, no estudie, no profundice y conozca los mecanismos que están produciendo esa interpretación.
Ese campo parecía relegado al interés personal de cada persona. En lugar de ser un dominio común, era solamente el anhelo de cada un@ en su vida personal: un grupo restringido a la búsqueda de sí mism@s.
El Doctor Mario Alonso nos comparte el valor de conectar con las aspiraciones internas de las personas. Una simple clase, un trozo de mineral llamado obsidiana, sus características y su formación fueron suficientes para poner en marcha un mecanismo interior de valoración personal.
Y con esa valoración personal, una persona desarrolló todas sus aptitudes y llegó a ser una eminencia en el campo de la neurocirugía.
Toca también la influencia del estado de ánimo en la percepción de las personas. Felipe se quedaba sorprendido de que una aparente nimiedad como el estado de ánimo pudiera afectar a: la percepción, la relación, la salud, la inteligencia, la creatividad, la imaginación.
Sin lugar a dudas, Felipe veía que las principales lecciones de la vida no las había aprendido. No se las habían enseñado. No le habían llegado. En esos momentos se quedaba boquiabierto con estas lecturas:
“Percibir verdaderamente es ser consciente de toda la realidad a través de la conciencia de la propia realidad”.
“Pero para que esto tenga lugar no debes ver ninguna ilusión, pues la realidad no da cabida a ningún error”.
Felipe lo veía muy difícil. Ya había tenido ocasión de tratar con las ilusiones en la vida cotidiana. Ahora le proponían la realidad como elemento verdadero y no la realidad que él vivía día a día cargado de ilusiones. Seguía leyendo:
“Esto quiere decir percibir a tu hermano solamente como lo ves ahora”.
“Su pasado no tiene realidad en el presente, por lo tanto, te es imposible verlo”.
“Las reacciones que tuviste hacia él en el pasado tampoco están ahí, y si reaccionas ante ellas, no estarás sino viendo la imagen que hiciste de él, a la cual tienes en mayor estima que a él mismo”.
“Si recuerdas el pasado cuando contemplas a tu hermano, no podrás percibir la realidad que está aquí ahora”.
Felipe descubría que su mente era más bien un museo que un lugar de conocimiento y frescura. Un museo donde los cuadros colgaban con las incidencias del pasado. Cuando veía a alguien por la calle, su museo le devolvía las imágenes de las experiencias tenidas con él/ella.
Felipe reconocía que, siendo los humanos seres que están cambiando y en continua expansión, la memoria los momificaba en un segmento del contacto que tuvieron y quedaron sepultados en las pirámides de su experiencia pasada.
No dudaba que estaba viendo su museo, lleno de muerte, de momentos acartonados con el sesgo de la interpretación del instante. Los sentimientos de esa experiencia eran determinantes en su vida. Nadie le había hablado de ese mecanismo de la mente.
Y ahora le hablaban del sistema reticular activador ascendente que encuentra aquello que lo ilusiona y busca en la experiencia aquellos elementos que lo motivan. Y, además, deja de buscar cuando no hay una buena motivación. Y solamente encuentra razones para justificar que no busca porque no hay nada.
Felipe admitía que desconocía casi todo de su sistema perceptivo. Y, siendo tan importante en su vida, porque todo era interpretación de la percepción, se alegraba de ser consciente de tales mecanismos para entenderse mucho mejor a sí mismo. Todo un descubrimiento que lo entusiasmaba y lo llenaba de alegría.
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