martes, diciembre 13

HORIZONTES AMPLIOS DE VIDA SALTANDO

Miguel continuaba dándole vueltas a las aportaciones de la doctora Elisabeth Kübler-Ross. Esa visión, desde el final de nuestros momentos sobre la vida, tenía mucho de sabiduría y de verdad. Recordaba sus dos puntos que había expuesto el día anterior. El primero lo había compartido. Faltaba el segundo que bullía en su interior. Quería dar salida a esos pensamientos que conformaban nuestra vida. 

Miró el escrito del lunes y copió ese segundo punto y lo pegó en su mente y en su corazón. Quería entenderlo, comprenderlo, profundizarlo y compartirlo. 

- No haberse atrevido a arriesgarse más en sus vidas para la realización de sus proyectos internos. Habrían superado ese miedo inicial que tenían. La vida era una oportunidad para vivirla en su plenitud. 

Miguel veía que las dos fuerzas que dirigían al ser humano era la prudencia, por una parte, y, el desafío a la inercia de comodidad, por la otra. Ese pensamiento le era muy familiar a Miguel. Con su esfuerzo, con su trabajo, había podido ahorrar dinero para tener acceso a un piso de propiedad. Sus padres le habían ayudado. 

En el período del servicio militar olbigatorio, al quedarse sin ningún ingreso, sus padres y sus suegros se hicieron cargo de los pagos. Un ayuda familiar inestimable. Llevaron a cabo sus planes. Unos años después se casaba con la persona que le había abierto un horizonte nuevo en su vida. Tenía trabajo. Tenía una casa. Recién casados disfrutaban de su hogar con toda ilusión adornado. 

Sin embargo, en el corazón de ambos estaba la idea de estudiar, de ir a la universidad, de seguir su formación. Años de esfuerzo, de sacrificios, de renuncias y de mucho mirar para no pasarse del presupuesto. La ilusión del estudio les empujaba. Abrir horizontes les motivaba. Al año y medio, con una preciosa niña en sus brazos, dejaron su hogar y se fueron a la capital y asistir a la universidad. 

Primero estudió él. Su esposa trabajaba. Después trabajó él. Su esposa estudiaba. Se apoyaron y fueron logrando sus objetivos, sus sueños, sus ilusiones, su mundo soñado. La salud les ayudó. La salud de su hija también. La alegría entraba por las rendijas de la luz cada día. Sentían que estaban vivos y marchaban con firmeza y con tesón cada día. 

Al recordar esos momentos, en ese contexto de los pensamientos de personas que abandonan la vida, confirmaba esa gran verdad. La vida era un regalo para vivirlo con intensidad. Miguel conocía que abandonarse a esa inercia de la comodidad era un poco morir. Había escuchado expresiones que no acertaba a captar ampliamente. 

“Hay muertos en vida que parecen vivir”. Empezaba a vislumbrar las palabras de Jesús: “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”. La vida se revelaba como una oportunidad de revelar y descubrir ilusiones, retos, desafíos, expresiones, logros e ideales que bullían en la mente de las personas. Y, eso, que habían subrayado esos enfermos terminales, era lo que en el alma de Miguel había aflorado y lo había llevado a cabo. 

Tuvo oposición por toda su familia. Fue motivo de disgusto para los familiares. Pero, al final, descubrieron que eran sus motivos y las ideas que les empujaba. Vencidos en sus resistencias, cambiaron su oposición en apoyo. Ayudaron en todo momento. Y, una vez más, los proyectos eran puestos en su línea adecuada. 

Miguel y su esposa se repetían que, si volvieran a nacer, lo volverían a hacer. Les había dado la vida. Les habían dado fuerzas para superar todos los obstáculos. Una felicidad diaria inundaba sus quehaceres. Y, a pesar de su aparente locura, ahora se sentían plenos y satisfechos. Esa idea de los enfermos terminales les daba paz. 

Descubrían que las locuras de superación anidaban en todas las almas. Romper la zona de confort tenía sus maravillosas consecuencias. Una liberación inesperada. Miguel asentía con su cabeza. Inclinaba su alma. Vivía, por un instante, los últimos suspiros de los que fallecían expresando esa falta en su vida. Les agradecía que lo compartieran. Así descubría la naturalidad del alma humana en sus retos y en sus desafíos. 

Todo, todo, un campo de ilusión extendida a través de los horizontes amplios de superación y descubrimiento.

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