viernes, diciembre 16

LA PRIMACÍA DEL CORAZÓN

Marce entretenía su mente con dos afirmaciones hechas hace mucho tiempo por dos filósofos que, de alguna manera, habían puesto de relieve las dos cualidades maravillosas del ser humano. Uno dijo: “pienso, luego existo”. Una afirmación tan sencilla, pero tan trascendente en todas las consecuencias que eso provocó. 

Ponía el foco en el pensamiento, en la inteligencia. Se podía clasificar a las personas por su inteligencia. Se puso de manifiesto el valor de la capacidad creativa y el poder de pensar. Se medía el coeficiente de inteligencia. Todo un reto para sentirse más o menos persona, más o menos importante, más o menos aceptable por el grupo. 

Se focalizó mucho en ese aspecto de las personas. El sentimiento, el corazón, la sensibilidad, el tacto, la emoción, la motivación eran cosas secundarias y elementos muy finos para pensadores sensibles. Sin embargo, otro filósofo estableció otro pensamiento que ha ido calando poco a poco: “El corazón tiene razones que la razón no entiende”. 

También sirvió para dividir. Unos eran mayormente racionales, otros eran mayormente emocionales. Pero, lo importante no era oponer, competir, luchar con esos dos conceptos. Lo más sobresaliente era admitir que las dos cualidades formaban parte del ser humano. Había mente, inteligencia. Y, además, corazón que la mente no podía captar. 

El paso del tiempo nos ha ido dando una visión equilibrada de estas dos formulaciones. Marce recordaba la frase segunda de la boca de su director: “El corazón tiene razones que la razón no entiende”. Poco a poco iba haciendo hueco en su corazón. El ser humano era una realidad amorosa. Todo su desarrollo se había ido fundamentando en el amor. 

Marce recordaba la experiencia en ciertos orfelinatos. Los niños, faltos de cariño, de amor, de mimos, de habla y de una cara amorosa, no crecían de forma normal. Tenían serios retrasos motores en su cuerpo. Sin embargo, no les faltaba comida, ninguna vitamina, ningún mineral, ningún tipo de proteínas. La carencia de unos brazos amorosos era toda su enfermedad. 

Cierto día, Marce leyó en cierto libro que la madre no sólo le daba a su hijo comida física. Le daba energía amorosa, sonrisas, caricias, conversaciones adaptadas a su edad. Ojos que se lo comían. Los niños empezaban a interactuar con la madre con sus gorjeos, con sus expresiones balbuceantes con su garganta, con sus gritos de respuesta. 

El amor era un nutriente natural del ser humano. Era esencial en su desarrollo. Era vital en su salud. La relación era una delicia cuando el amor se desarrollaba. No había intercambio de amores: “yo te doy esto, tú me das lo otro”. Era un amor que se llenaba solamente con ver a la otra persona feliz. 

Marce sacaba de sus recuerdos otra frase que ponía en relación a la mente y al corazón: “Si la visión os inspira y os mueve, la razón se abrirá”. La razón, la mente, la inteligencia era vital en la vida. Pero, no era una cualidad independiente. La mente se abría porque había una visión, una idealidad que movía los hilos. 

Esa idealidad, esa visión, la ponía el corazón con sus proyectos. Así lo que el corazón quería sentir, la mente se lo demostraba. Marce admitía que esa esencia de amor era la fuente de la vida en toda su dimensión. “Ya estaba bien”, se decía para sí. Lo característico de ser humano es el amor. Amar nos hace grandes. Amar nos da la auténtica visión de la vida. Amar nos comparte la verdad eterna. 

Amar, y amar en libertad, era el mejor tesoro que podíamos valorar. Marce se quedaba sorprendido al ver la trascendencia de dos simples frases que conformaban completamente nuestras vidas. “El corazón tiene razones que la razón no entiende”.

2 comentarios:

  1. Me parece muy interesante esta reflexión. El amor es la esencia del ser humano, de ella dependen todas nuestras acciones, sin embargo, cuando involucramos amor e inteligencia, los resultados son aún mejores.

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  2. Una unidad que nos trasciende. Una verdad que llama a nuestras puertas. Una experiencia hermosa que muestra nuestro ser en toda su eclosion: nuestra maravilla de la vida.

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