lunes, diciembre 26

UNA ELECCIÓN DE UNIÓN O SEPARACIÓN

Mateo estaba pensado en las palabras que le había dicho su amigo. Se encontraba un tanto falto de esperanza. Recogía ejemplos del mundo para indicarle la falta de solidaridad, la falta de respeto, la falta de consideración, la maldad de las personas. Lo escuchaba con atención. Sentía una desazón en el interior del alma de su amigo y sentía también esa desazón dentro de sí. 

Mateo veía que la mente se enfocaba en ciertos aspectos, y, sin darse cuenta, hacía una visión general. El mundo también ofrecía gestos de cariño, de aprecio, de ayuda, de colaboración. Se daba cuenta que, en los periódicos, en las televisiones, se preferían los aspectos negativos a los aspectos positivos. Los aspectos negativos vendían mucho más. 

Eso le despertó a Mateo una pregunta. “¿También él repetía el mismo patrón y elegía lo negativo y hacía causa general como su amigo?”. Estuvo pensando durante tiempo. Veía lo que el pensamiento le influía en el alma. Sabía lo que el elemento positivo le despertaba. Dos tipos de pensamientos, totalmente opuestos entre sí, luchaban en su interior. 

“No hay conexión alguna entre la verdad y las ilusiones (lo negativo, la separación). Esto será eternamente así, por mucho que intentes que haya conexión entre ellas”. 

“Pero las ilusiones (lo negativo, la separación) están siempre conectadas entre sí, tal como lo está la verdad”. 

“Tanto las ilusiones (lo negativo, la separación) como la verdad gozan de cohesión interna y constituyen un sistema de pensamiento completo en sí mismo, aunque totalmente desconectado del otro”. 

“Percibir esto es reconocer dónde se encuentra la separación, y dónde debe subsanarse. El resultado de una idea no está nunca separado de la fuente”. 

Mateo analizaba esos dos sistemas de pensamientos por la influencia que ejercían sobre sus sentimientos, sobre su estado interior. El sistema de las ilusiones (lo negativo, la separación) estaba basado en la separación, en el enfrentamiento, en la división, en la exclusión. Era un sistema de pensamiento cruel y autodestructivo. 

Así entendía un poco mejor el nombre de “ilusiones” que se le daba a ese sistema. Creía que con la separación se vivía más tranquilo, más feliz y más pleno. Mateo veía y comprobaba que eso era nada más que una “ilusión”. El sistema que ofrecía esa tranquilidad, esa felicidad y esa plenitud era el otro tipo de pensamiento: tener la visión positiva de unión y llevarla a efecto. 

Mateo soñaba en su interior con la unión de todas sus tías. No podía elegir entre ellas. Había tenido experiencias geniales con todas ellas. Sin embargo, algunas de ellas no se hablaban. Luchaba y trataba de que ellas se aceptaran y se comportaran como hermanas bien avenidas y amadas. 

Soñaba también en la unión de la familia de su padre y la familia de su madre. El buen entendimiento daría mucha felicidad a toda la familia. Mateo se sentía partícipe de las dos. Soñar y tratar de avenirse era una ilusión que anidaba en su alma. Cuando se conseguía en esas relaciones algún avance, era una alegría tremenda. 

Mateo también descubría que, desde su interior, salía una fuerza de afecto fuerte y poderosa. Y esa fuerza la unía con todos los espíritus deseosos de la unión y de la visión positiva. Mateo, en la conversación con su amigo, se dio cuenta que él había elegido el sistema de la separación. Le había impactado esa decisión de su amigo. 

Pensaba, reflexionaba, meditaba, hundía su pensamiento en aquellas palabras. Cada vez se daba cuenta de todas las razones que podrían aportarse para mantenerlo. Era totalmente coherente. Sin embargo, optaba por el sistema de la unión y de la colaboración. Ese sistema de pensamiento también era coherente, bien conectado, bien argumentado. Los resultados eran totalmente distintos. 

La colaboración y la unión llenaban totalmente su alma. Expandían su corazón. Le relajaban todas las células del cuerpo. Ponían felicidad en cada acto que salía en esa dirección de abrazo total eterno.

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