miércoles, febrero 22

EL PODER DE TUS CREENCIAS

Esteban estaba rumiando en su cabeza esa pregunta que veía escrita delante de sus ojos y le hacía pensar mucho. “¿No te das cuenta de que todo tu sufrimiento procede de la extraña creencia de que no tienes ningún poder?” La comparaba con otra frase que había leído y que había escuchado muchas veces. “Tú eres el creador de tu propia vida”. Por un lado, la inutilidad, por otro, el poder. 

Se oponían muy fuertemente. Le llamaba la atención en la primera de las frases la palabra “creencia”. Eso cambiaba mucho el rumbo de las cosas. En su vida de profesor, había descubierto el poder de las personas cuando se creían incapaces de realizar sus tareas. Tenían tal convicción que no las hacían. Eran poderosas en negarse, en evitar, en declararse víctimas y en aceptarse totalmente desmotivadas. 

Siempre había descubierto ese poder de la creencia cuando uno se sentía incapaz de hacerlo. En algunos casos, había logrado, después de muchas conversaciones, hacer cambiar esa mentalidad a sus alumnos. En lugar de inhabilidad e inutilidad, se habían abierto a la realización y a la “creencia” en las propias posibilidades que tenían dentro. Y esos mismos alumnos lograron realizaciones excelentes. 

Esteban había descubierto ese tremendo poder de la “creencia”. Siempre se había quedado encogido al comprobar que esa “creencia” los destrozaba, anulaba y los engañaba terriblemente. Y, sólo con cambiar esa creencia, esos muchachos se transformaban, se superaban y sacaban esos dones que tenían en su interior. 

Había llegado a la conclusión de que toda creencia que los disminuía, los anulaba, los menospreciaba y les hacían encerrarse en la inactividad, no procedía de la verdad de su corazón. Eran engaños que los maniataban y que no les dejaban expresar sus auténticas realidades. Dentro de cada ser humano había un héroe, una estrella de luz, un sinfín de posibilidades, una gran cantidad de sorpresas. 

Las había podido ver reflejadas en esos cambios de creencia que vivían en sus vidas. Muchos que cambiaron su actitud derrotista expresaron que no entendían cómo habían podido estar encerrados en esas ideas tan aniquiladoras de sus personalidades. Habían abandonado esas palabras tan destructoras: “creo que no puedo”. 

Uno de ellos le expresó a Esteban, en una frase, su experiencia: “yo creía que no podía. Usted me enseñó a creer en mí. Su mirada, su visión, su confianza y su ánimo de cada día fue horadando esa desconfianza que tenía tan arraigada. Le agradezco, en el infinito, su mirada positiva, su visión de mis propios logros, el poder que dentro de mí existía. Una fuerza salió de pronto y me encontré con esos dones que nunca creí que tenía”. 

Esteban sonreía en su interior. Sentía la felicidad que sus alumnos vivían. Sentía el descubrimiento que sus alumnos hallaban. Luchaba con ellos y se regocijaban de todo lo que lograban. Eran un hermoso equipo guiados por la verdad maravillosa de sus vidas. Eran infinitos en poder cuando empezaban a creer en ellos y en todas las posibilidades que la vida les regalaba. 

Esteban seguía soñando en romper esas “creencias” aniquiladoras. Eran como un muro que ocultaban la verdad que su corazón contenía. Seguir en esa función le llenaba la vida.

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