viernes, abril 29

LA EXPERIENCIA DE LA DIVINIDAD

Hay una palabra en el diccionario que pocas veces he utilizado y pocas veces la he visto escrita: “inefable”. Su definición es sencilla: que no se puede explicar con palabras.

En algunas ocasiones me he visto un tanto contrariado al no poder explicar un concepto. No he encontrado las palabras. La metáfora al uso no me satisfacía por completo. 

En esos momentos me preguntaba cómo explicar el color blanco a alguien que no lo ha visto en su vida. Una dificultad que terminaba con la experiencia. La visión de verlo, compararlo, identificarlo y gozarlo. Se podía gozar con los sueños, con las imaginaciones, con todos los sentidos y bellezas que despertaba en nuestro interior. 

Era el contacto directo. Nada puede reemplazar dicha visión. Las palabras se demostraban incapaces de realizar dicha función. No podían transmitir la visión directa, la experiencia que todo lo llena de sentido en nuestro interior. 

Y, sin embargo, vivimos un mundo de palabras. Un mundo del pensamiento que se maneja con palabras. Ideas que pululan en nuestra mente y por repetir algunas de ellas, creemos que conocemos la realidad a la que hacen referencia pero, que no tenemos ninguna experiencia real con ellas.

La experiencia es lo que realmente cuenta. El sabor agrio del limón nos recuerda a aquellos limones que exprimimos y bebimos. Y de este modo nuestras experiencias nos van dando una idea de lo que realmente es. Las palabras se quedan totalmente cortas.

En esa línea de la experiencia entendemos estos textos que se despliegan ante nosotros: 

“El viaje a Dios es simplemente el redespertar del conocimiento de dónde estás siempre y de lo que eres eternamente”. 

“Es un viaje sin distancia hacia una meta que nunca ha cambiado”. 

La verdad sólo puede ser experimentada”. 

“No se puede describir ni explicar”. 

“Yo puedo hacerte consciente de las condiciones que la facilitan, pero la experiencia en sí forma parte del ámbito de Dios”. 

“Juntos podemos satisfacer sus condiciones, pero la verdad vendrá a ti por su cuenta”. 

Así podemos concluir, con pleno conocimiento, que la verdad es inefable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario