Carlos y Sergio hablaban, conversaban, se intercambiaban ideas y trataban de entenderse y comprenderse. Eran muchachos serios, profundos, reflexivos. Buscaban salidas, entendimientos y un claro compromiso con sus conclusiones y con sus pensamientos.
- Sabes, Carlos. Me cuesta ir más allá de los tópicos que repetimos cada día. De los tópicos que nos explicaron de pequeños.
- Dime, Sergio. Te escucho. El tema me interesa.
- Por una parte veo un mensaje universal. Lo veo sin barreras. No hay discriminación, ni separación. Pero, la vida, la experiencia nos presenta muchas divisiones, muchas separaciones.
- Es cierto que desde un punto de vista político, la separación es lo que impera. Y desde el punto de vista del ego, los intereses personales están por encima de todo.
- ¿Crees que desde el punto de vista político habrá algún día alguna unión?
- No lo creo. La política se basa en los intereses llamados nacionales. No está en su cometido la universalidad. Las personas se identifican con un lugar y dejan aparte toda otra consideración.
- ¿Y, desde el ego?
- Tampoco. El ego niega la unidad de todos. Lo importante para el ego es la competencia y la victoria. El ego busca su seguridad en atesorar toda clase de medios. Compartir no está en sus objetivos.
- Entonces, ¿Qué hacemos con este panorama?
- Enfocar con otro punto de vista distinto. El punto de vista de la espiritualidad.
- Bueno, ya sabes que ese punto de vista también está corrompido con el poder político y con el poder del ego.
- Tienes razón. Pero, los principios espirituales son eternos. Nadie los puede alterar. Están iluminados para nosotros.
- Dime algo más. No me puedo quedar así. Mi interior lucha con ideas opuestas.
- Escucha, entonces, estos textos:
“El poder y la gloria le pertenecen únicamente a Dios”.
“Tú también le perteneces únicamente a Él”.
“Dios da todo lo que le pertenece porque da de Sí Mismo, y todo le pertenece”.
“Dar de ti mismo es la función que Él te encomendó”.
“Llevarla a cabo perfectamente te permitirá recordar lo que tienes de Él, y así recordarás también lo que eres en Él”.
“Es imposible que no puedas hacer esto, pues ese es tu poder”.
“Lo gloria es el regalo que Dios te hace porque eso es lo que Él es”.
“Contempla esa gloria en todas partes para que puedas recordar lo que eres”.
- Esto es un punto de vista espiritual que no hemos escuchado antes.
- Es algo muy preciso. Un punto de vista espiritual universal.
- Eso veo. No hay política. No hay ego. Hay una nueva concepción del ser humano.
- Ahí está la clave. Aparece la nueva mirada del ser humano desde su esencia sabiendo que pertenece a Dios.
- Ya lo veo. No pertenece a un lugar, a unos intereses llamados nacionales. No pertenece a los intereses del individuo. Pertenece a la fuente que todo lo ha creado. Pertenece a su Creador.
- Exacto. Con esta nueva mirada, no veremos las diferencias, los contrastes. Veremos los elementos comunes que toda criatura tiene. Veremos la universalidad a la que todos, por creación, pertenecemos.
- Por eso entiendo ahora el último texto: “Contempla esa gloria en todas partes para que puedas recordar lo que eres”.
- Al contemplar esa visión maravillosa en todos, vamos más allá de los intereses políticos, más allá de los intereses personales. Vamos a la esencia universal de todas las criaturas.
- Sabes. Ahora acabo de recobrar la paz. Me ha clarificado esta visión la universalidad que no era capaz de ver entre la maraña de las divisiones.
- Estoy contigo. Esta perspicacia también me ha aclarado a mí muchas cosas.
- No podemos reducirnos a nosotros mismos a un ente político ni a un ente del ego. Tenemos dentro de nosotros la esencia de nuestro Creador. La esencia de la universalidad que tanto ansiamos.
Carlos y Sergio seguían con sus reflexiones aquella tarde. En aquella conversación espontánea, auténtica y sincera, encontraban salidas a muchas incomprensiones que en su mente bullían y se debatían
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