lunes, abril 4

NADIE TE HA DADO MÁS

Nadie te puede dar más porque no te puede dar lo que tú realmente eres. Años preguntando a nuestro interior quiénes realmente somos. Años buscando nuestra identidad. Años tratando de entendernos.

Leemos muchos libros. Estudiamos muchos autores. Esperamos realmente alguien que nos oriente en este laberinto del que no sabemos salir porque olvidamos realmente lo que somos. 

Repetimos etiquetas. Repetimos palabras. Repetimos pensamientos. Al final queda un regusto de identificarnos con algo bajo y rastrero. Nos creemos desheredados. Nos creemos aislados. Nos creemos solos luchando contra el mundo fiero. 

Sin embargo, en momentos de tranquilidad, levantamos los ojos al cielo. Vemos las estrellas con sus luces sonriendo. Y unos sueños se levantan hacia las alturas de nuestros celestes anhelos. 

Nos sentimos amplios, grandes, generosos, complacientes y comprensivos con todo el mundo y con nosotros. Seguimos soñando y creamos nuestro cielo interior, nuestro mundo perfecto. Nuestro pecho se ensancha, nuestra sangre circula con alegría dentro de nosotros. Nuestros momentos de luces salen por nuestros poros.

Y el amor, el corazón, el detalle, la sensibilidad se hacen presentes en nuestros ojos. Con un intenso deseo parecen balbucear, húmedos, lo mucho que nos queremos. Lo mucho que amamos a nuestros seres amados, a todos los que en algún momento nos tendieron la mano. 

Incluso aquellos que no nos entendieron tienen su lugar en nosotros. Gracias a ellos nos elevamos de rencillas y otros odios traicioneros. 

Así en estos momentos de sosiego, de meditación y admiración al cielo, se escuchan estos textos que resuenan contentos: 

“El Espíritu Santo, al igual que tú, es digno de toda confianza”. 

“Dios mismo confía en ti, por lo tanto, el hecho de que eres digno de toda confianza es incuestionable”.

“Tú eres la Voluntad de Dios. Su Voluntad no es un deseo trivial, y tu identificación con Su Voluntad no es algo optativo, puesto que es lo que tú eres”. 

Ahora ya el alma recobra la paz, la amplitud, el horizonte y sus colores maravillosos. 

“Tú eres la Voluntad de Dios. Su Voluntad no es un deseo trivial, y tu identificación con Su Voluntad no es algo optativo, puesto que es lo que tú eres”. 

Nadie, excepto nuestro Dios, nos ha podido dar más que hacernos como Él es.

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