Luis se acababa de enterar de que había habido un intento de golpe de estado en su país. Vivía en una de las provincias del sureste. Cada una de las provincias tenía un capitán general que mandaba a todas las fuerzas militares de su lugar.
Luis trató de conocer los diferentes mensajes de los capitanes generales de cada provincia. A la media hora pudo recibir la noticia de que el capitán general de su provincia acataba la orden del monarca y se ponía a su servicio.
Luis sabía que el monarca era una persona democrática. Si el capitán general de su provincia había acatado su autoridad, quería decir que el golpe de estado estaba abortado.
Estas noticias calmaron a Luis. La paz le llegó muy dentro y esa noche pudo dormir con total despreocupación. Según él, todo estaba resuelto y bien resuelto en la dirección oportuna.
Lo sorprendente del caso vino el día siguiente. De todos los capitanes generales de las diferentes provincias, solamente el capitán general de la provincia de Luis se había sublevado. Había depuesto su actitud el día siguiente.
Luis se quedó confuso. La información que recibió la había interpretado de forma opuesta. Ese día, Luis se dio cuenta de que lo importante y trascendente para el cerebro y para el cuerpo de una persona no era la realidad, era realmente la interpretación.
Lo que afecta realmente a las personas no son las realidades, son las interpretaciones. Luis lo grabó en su corazón. Leía aquellas líneas sobre las interpretaciones con atención y con la experiencia que había vivido.
“Los niños perciben fantasmas, monstruos y dragones espantosos y se aterran”.
“Mas si preguntan a alguien en quien confían cuál es el significado de lo que perciben, y están dispuestos a abandonar sus propias interpretaciones a favor de la realidad, su miedo desaparece junto con ellas”.
“Hijo mío, tienes miedo de tus herman@s, de tu Padre y de ti mismo”.
“Pero estás simplemente engañado con respecto a ellos y con respecto a ti mismo”.
“Pregúntale al Maestro de la realidad lo que son ellos y lo que eres tú, y al escuchar Su respuesta, tú también te reirás de tus miedos y los reemplazarás con la paz”.
“Pues el miedo no se encuentra en la realidad, sino en las mentes que no entienden la realidad”.
Luis entendía muy bien el sentido de la interpretación. Si se interpreta que todos son Hij@s de Dios, y esa es la auténtica realidad, la relación con los demás será prudente, sensata y acorde con lo que son tod@s también, Hij@s de Dios.
Luis aceptaba que la interpretación era vital para su vida. Y decidió aceptar la realidad que el Padre proponía al considerarnos a tod@s como Hij@s del Padre Celestial.
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