domingo, agosto 21

PALABRAS, SEPARACIÓN, CERTEZA

Rafa estaba en casa junto con su familia viendo la televisión. Era un programa de reflexión juvenil. Un consejero aparecía para poner en claro algunos términos que se utilizaban en ocasiones entre las personas. Dicho consejero quería poner en claro que había dos niveles, dos mundos que se relacionaban pero que no eran lo mismo.

En un tono de charla tranquila, relajada, hablaban sobre el término “divino”. En algunos momentos se utilizaba la palabra "divino" para indicar lo maravilloso de una persona o de un acontecimiento. En el diccionario está recogida esta acepción. Pero, aquel consejero indicaba que era una mala utilización de la palabra. 

La palabra “divino” debía utilizarse solamente en aquello circunscrito a lo divino y a los personajes divinos. Se quería remarcar la diferencia entre lo divino y lo humano. Rafa se quedó pensativo ante aquella propuesta. Un nivel perfecto y un nivel imperfecto. Un nivel del Padre y otro nivel de los hijos. Un contraste evidente entre el cielo y la tierra. 

Rafa sentía en su interior que aquello no era auténtico. Era una imposición de la sociedad, una enseñanza de aquellos maestros religiosos, pero la realidad del ser humano no era tal cual la pintaban y la describían. Una cosa era el respeto, otra, el miedo. Una cosa era el aprecio, otra, la imposición. Y Rafa concluía que el amor no puede ser impuesto. 

Por ello, cuando leía estos pensamientos, se reafirmaba dentro de sí aquellos sentimientos que tuvo ante la palabra “divino”. “¿Cómo iba el Hijo de Dios perderse en sueños, cuando Dios ha puesto dentro de él la jubilosa llamada a despertar y a ser feliz?”

“Él no se puede separar de lo que está en él”. 

“Su sueño no podrá resistir la llamada a despertar”. 

“Es tan seguro que la misión de la redención se cumplirá como que la creación permanecerá inmutable por toda la eternidad”. 

“No tienes que saber que el Cielo es tuyo para que lo sea”. 

“Lo es”. 

“Mas para saberlo, tienes que aceptar que la Voluntad del Padre es tu voluntad”. 

Rafa se quedaba perplejo ante estas afirmaciones: “tienes que aceptar que la Voluntad del Padre es tu voluntad”. Si la Voluntad del Padre es divina, también la voluntad nuestra es divina. Es cierto que tenemos la opción de la libertad para aceptarlo o no. Pero, cuando nos alejamos, en nuestra libertad, de esa voluntad, lo pagamos muy caro. 

Cometemos las mayores equivocaciones y herimos innecesariamente a tod@s y a nosotr@s mism@s. Por ello, se reafirma que nuestra voluntad es divina. Rafa veía que las palabras de aquel consejero iban en otra dirección. Esa separación entre el Padre y sus Hij@s no era tal. La misma Voluntad divina estaba en ambos. 

La equivocación de las personas estaba en no aceptarse como tal. La distancia entre las personas nunca ha solucionado nada en la vida. La cercanía, el amor, la confianza, el apoyo y la valoración siempre han sido elementos transformadores de la realidad de cada un@. 

Toda distancia separa. Toda cercanía ilusiona. La palabra “divino” tenía una nueva visión para Rafa. Se consideraba a sí mismo totalmente distinto.

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