martes, agosto 2

FIJACIÓN, ELECCIÓN, DECISIÓN.

Rafael le daba vueltas a la cabeza con la expresión de que cada un@ es el forjador/a de su propio mundo. Era una frase que sonaba bien. Atraía las voluntades y despertaba ciertas ilusiones. Pero, Rafael no llegaba a entenderlo del todo.

El se repetía a sí mismo que él era así. Pensaba de esa manera que lo definía. Y se expresaba tal cual era. Él no hacía nada. ¿Dónde estaba el forjador por su parte? Desde pequeño se reconocía de la forma peculiar que era. Cada un@, concluía, tenía su mundo. Pero, no sabía cómo una persona podía incidir sobre sí mism@. 

Se puso a pensar. Ciertos días atrás se dio cuenta de que no tenía en la mente a algunos de sus amigos. Se daba cuenta de que si realmente no estaban en su mente, él vivía tranquilamente sin tener en cuenta su influencia en ninguno de los sentidos. 

De la misma manera, si hay algunas ideas que dejamos de darle fuerza y van desapareciendo de la mente, esas ideas no le influían en nada. Rafael empezaba a vislumbrar que esa focalización que tenía en algunos de sus pensamientos realmente le influía y era él, el que les daba fuerza. 

El concepto de darle fuerza a las ideas empezó a brotar en su mente y en sus decisiones. “Entonces, se decía Rafael, si elijo mis pensamientos para darles fuerza y dejo de darle fuerza a otros, puedo elegir el tipo de pensamiento que tengo en mi mente”. 

Aquí, Rafael, veía el inicio de esa veta donde iba labrando su propio mundo. La decisión estaba en él. La elección estaba en él. La fuerza la proporcionaba él. Casi se quedó sorprendido de que todo lo hacía él. “¿Cómo podía haber estado tan ciego al proceso que se desarrollaba en su mente?”.

Sus pensamientos eran las piezas del puzle con el que hacía cada día la imagen requerida del juego. Le gustó mucho la idea del juego. Decidió crear la figura en su mente cada día, en cada momento. De esta manera, iba eligiendo las piezas e iba montando su propia imagen. Así iba construyendo su propio mundo. 

“Librarse uno de la culpabilidad es lo que deshace completamente al ego”. 

“No hagas de nadie un ser temible, pues su culpabilidad es la tuya, y al obedecer las severas órdenes del ego, atraerás su condena sobre ti mismo y no podrás escapar del castigo que él inflige a los que las obedecen”. 

“El ego premia la fidelidad que se le guarda con dolor, pues tener fe en él es dolor”. 

“Y la fe sólo se puede recompensar en función de la creencia en la que se depositó”. 

“La fe le infunde poder a la creencia, y donde se deposita dicha fe es lo que determina la recompensa, pues la fe siempre se deposita en lo que se valora, y lo que valoras se te devuelve”. 

Rafael se quedaba sorprendido de la luz y la comprensión que surcaba su mente. La fuerza que daba a las ideas por su valor, se le devolvía. Así, de una manera tan sencilla reconocía que era creador de su propio mundo. 

Nunca antes había tenido una concepción clara de este funcionamiento. Ahora se sentía creador en el sentido de elección, de forjador de ideas, de alimentador de energías en las ideas, del valor de las ideas y de la recompensa que esas ideas le proporcionaban. Todo un fogonazo de luz y de comprensión en su mente y en la vibrante vida de su corazón.


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