viernes, agosto 26

SENCILLEZ, VERDAD, COMPLEJIDAD

Esteban estaba asombrado de lo que le estaba diciendo su esposa. Acababan de bajar del tren de cercanías en la estación central. Desde allí debían tomar el metro para llegar a su lugar de trabajo. Los dos trabajaban como profesores en el mismo colegio.

Al llegar al piso siguiente de la estación, llevados por la escalera automática, su esposa empezó a informarle que la decisión que había tomado debía habérsela dicho mucho antes. Le repetía que había sido un tanto desconsiderado por esa actitud. Le afirmaba que él le habría estado dando muchas vueltas y claro, al final, se lo comunicaba a ella. 

Esteban se dio cuenta, de inmediato, de que no le estaba analizando a él. Su esposa se estaba mostrando tal como era ella. Una persona prudente, precavida, muy cuidada en sus decisiones y reflexiva. Le daba mil vueltas a los pensamientos. Al final encontraba la solución y el acomodo a muchas cosas. Y, sin darse cuenta, le aplicaba sus características a su esposo. 

Esteban era completamente opuesto. Era franco, espontáneo, natural y muy comunicativo. Siempre compartía con ella lo que había en su pensamiento. Y así sucedió en aquella ocasión. Estaba en el tren esperando que abriera sus puertas para bajar. 

Una ráfaga de intuición cruzó por su mente. Unos minutos después lo estaba compartiendo con su esposa. Se encontraban en el mes de enero. Esteban le dijo a su esposa que al final de año cambiarían de colegio y volverían a su lugar de origen. 

Su esposa se quedó parada. Proyectó en Esteban toda su forma de ser. Esteban le repetía que la intuición acababa de ser en el tren. Unos cinco minutos antes. Pero ella, repetía y repetía que era una decisión que estaba rumiando mucho tiempo. 

Le costó a su esposa aceptarlo. Esteban aprendió dos cosas de esta incidencia. La primera era que no tratamos con la verdad. Tratamos con nuestra interpretación de la verdad. Y esa interpretación es nuestra forma de ser. Escuchando a su esposa aplicarle a él sus características le parecía inverosímil. 

Se aplicó la misma lección a sí mismo. Muchos de sus pensamientos y de sus planteamientos acerca de los demás eran un planteamiento de su forma de ser. Y aplicaba a los demás los adjetivos de aceptable o desconsiderado no según la verdad sino según su forma de ser. Toda una complejidad que costaba aceptar inicialmente. 

Le vino a Esteban muy bien leer los siguientes pensamientos: “El Espíritu Santo, que ve donde te encuentras, pero sabe que realmente te encuentras en otra parte, comienza Su lección de simplicidad con la enseñanza fundamental de que la verdad es verdad”. 

“Esta es la lección más difícil que jamás tendrás que aprender y, al fin y al cabo, la única”. 

“La simplicidad es algo muy difícil para las mentes retorcidas”. 

“Observa todas las distorsiones que has hecho de lo que no es nada; todas las extrañas manifestaciones, sentimientos, acciones y reacciones que has urdido de ello”. 

“Nada te es tan ajeno como la simple verdad, ni hay nada que estés menos inclinado a escuchar”. 

“El contraste entre lo que es verdad y lo que no lo es, es perfectamente evidente; sin embargo, tú no lo ves”. 

Esteban estaba sufriendo en sus carnes, en las censuras de su esposa, en las inquietudes de su pareja, toda esa no verdad que estaba vertiendo sobre su persona. Esteban veía con claridad la confusión de su esposa. Se estaba proyectando ella. Él no era así. 

Pero quería ser objetivo también. Fue un toque de llamada sobre la puerta de su conciencia. En muchas ocasiones, se había fabricado todo un castillo de naipes en su cabeza con pensamientos que él interpretaba. En muchas ocasiones, vio como todo aquel montaje, con un simple detalle de verdad, se desmoronaba totalmente.

De todos modos, asentía con la afirmación: “Esta es la lección más difícil que jamás tendrás que aprender y, al fin y al cabo, la única”.

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