sábado, septiembre 24

PATERNIDAD, ELECCIÓN, VIBRACIÓN

Víctor se quedaba prendado por esas ideas que le despertaban muchas experiencias en su mente, en su vida, en sus recuerdos, en sus reflexiones y en muchos momentos tranquilos de soledad. “Cuando ninguna percepción se interponga entre el Padre y Sus creaciones, o entre Sus Hijos y las suyas, el conocimiento de la creación no podrá sino continuar eternamente”.

Víctor había tenido ocasión de conocer a su padre y a su madre. Había disfrutado de su presencia. Había sentido su calor. Pero, su vecino de la casa de al lado, no había tenido ocasión de conocer a su madre. Vivía con su padre y con su abuela paterna. Le faltaba la madre. La abuela hacía las veces de imagen materna y cuidaba de él mientras su padre se dedicaba al trabajo.

En ocasiones salía el tema. Su vecino le decía que apenas guardaba recuerdos de ella. Faltó cuando era niño. Su abuela había cogido el relevo. No podía quejarse. Pero, cuando veía a la madre de Víctor dirigirse a él, le entraba cierta congoja en el interior de su alma. No lo podía expresar. Algo le decía que no estaba. Le faltaba esa mano cariñosa y firme que todo lo aclara en la mente infantil. 

Víctor lo escuchaba y se quedaba pensando. La ausencia era difícil de imaginar cuando no la sentías de primera mano. Al leer aquellas líneas, sintió lo mismo que sentía su vecino. El Padre celestial y Sus Hijos no se conocían. Víctor se daba cuenta de la ausencia del Padre celestial en su vida.

A lo largo de la vida se fue dando cuenta de que el Padre creador gozaba de una relación distinta con Sus hijos. Víctor reflexionaba que no había elegido a sus padres, no había elegido el lugar, no había elegido nada. Agradecía a sus padres la vida. Se dio cuenta que unos documentos decían que eran sus padres. También algunas características físicas lo avalaban.

Pero en el caso de su Padre celestial, tenía la opción de aceptarlo o rechazarlo. No tenía documentos que lo pudieran acreditar. La apariencia física tampoco funcionaba. Era una cuestión de pensamientos y reflexiones. Era un asunto de aceptación interna por el conocimiento del Padre. En algún momento pensó si realmente existía.

Había descubierto, en su vida, que dentro sí había una forma de sentir que fluía y concordaba con lo que el Padre proponía. Se alegró de verlo escrito: “Los reflejos del Padre que aceptas en el espejo de tu mente mientras estás en el tiempo o bien te acercan a la eternidad o bien te alejan de ella”. La libertad era suprema. Víctor lo agradecía inmensamente.

No se enfrentaba con un padre impuesto por la vida. Era un Padre propuesto por la verdad y por la eternidad. Víctor se alegraba. Esa perspectiva lo llenaba. Esa elección en él lo catapultaba a las altas esferas. Veía en esa facultad de elección la expresión más alta de cada ser humano.

La proposición de reconocer al Padre le llenaba. “Sé un reflejo de la paz del Cielo aquí y lleva este mundo al Cielo, pues el reflejo de la verdad atrae a todo el mundo a ésta”. Víctor vibraba con esa visión. Sentía que su elección estaba escrita en cada célula de su ser. El Padre era su creador. El Padre era su elección. El Padre vibraba en cada latido de su corazón. 

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