miércoles, septiembre 14

SANTOS, COHERENCIA, RECORDAR

José Manuel sentía una serena paz en su corazón. Una música suave lo acompañaba en su habitación. El cielo nublado impedía la presencia de los rayos solares. La temperatura elevada se aquietaba un poco y daba respiro. Su mente pensaba en aquellas líneas que pasaban delante de sus ojos. Le resolvían conflictos en sus ideas. Por ello, veía mucha claridad en ellas.

Tenían una hermosa coherencia. José Manuel recordaba una conversación con un colega. Una persona estudiosa, profunda y con mucha creatividad. Le exponía, con fuerza, que estaba deseando encontrar coherencia en su vida, coherencia en los planteamientos, coherencia en todos sus pensamientos. Era como la seguridad de que todo ensamblaba bien. 

José Manuel veía esa hermosa coherencia que su compañero ansiaba. Eso le llenaba de paz y de una seguridad firme y serena. Notaba, en su interior, el sólido caminar de estar enfocado en el proceso de verdad interna. 

“La Expiación no te hace santo. Fuiste creado santo”. 

Ese planteamiento organizaba las ideas de forma coherente. La metodología era recordar ese estado de nuestra creación. La santidad estaba en nosotros. Fue olvidada porque se creyó en la culpabilidad y en el castigo. Y ese ciclo de culpable, castigo, muerte, se iba repitiendo en todos los niveles de la vida. Una idea que no clarificaba la excelencia del ser humano. 

José Manuel seguía leyendo: “la Expiación lleva simplemente lo que no es santo ante la santidad; o, en otras palabras, lo que inventaste ante lo que eres”. 

“Llevar ilusiones ante la verdad, o el ego ante el Padre, es la única función del Espíritu Santo”. 

“No trates de ocultarle al Padre lo que has hecho, pues ocultarlo te ha costado no conocerte a ti mismo ni conocer al Padre”. 

Eso iba casando en el interior de José Manuel. La actitud del Padre Creador relucía en una luz nueva. No tenía nada que perdonarnos. Deseaba que le recordáramos en su esencia y en nuestra naturalidad. No era el Padre lejano, sino el Padre realmente cercano y cariñoso. 

José Manuel volvía a leer una definición aplicada al Padre: “El Padre le da las gracias al santo anfitrión que desee recibirle y le deje entrar y morar donde Él desea estar. Y al darle tú la bienvenida, Él te acoge en Sí mismo”. Lo que había que cambiar eran nuestros pensamientos y nuestra forma de enfocar las situaciones. 

José Manuel decidía que vería a todos cómo Jesús nos veía: “santos tal cual fueron creados”. Comprendería el olvido de las personas que habían tenido sobre este hecho crucial. Les devolvería a tod@s ese gran pensamiento de que la santidad está en cada un@. Así no habría nada que perdonar, sino muchos pensamientos que cambiar y sentirse tod@s tal cual fueron creados: sant@s.

No hay comentarios:

Publicar un comentario