viernes, septiembre 30

APRENDER DE NUEVO

Roberto estaba recordando la experiencia que pasó en sus estudios cuando se tuvo que enfrentar ante una tabla para calcular la resistencia de materiales. Tenía la tabla delante de sí. Tenía el problema. Estaba resuelto. Seguía todos los pasos con mucho cuidado. Descifraba cada elemento que se exponía. A pesar de sus esfuerzos no podía encontrar la aplicación de esa tabla en el problema resuelto.

Roberto estaba acostumbrado a resolverse los problemas planteados en sus estudios con los libros. No podía asistir a clases. Debía trabajar durante el día. No tenía la oportunidad de preguntarle al profesor. Su matrícula indicaba que era libre. Solamente le daba derecho a presentarse a un examen al final del curso. 

Roberto no acababa de creérselo. No podía ser. Él estaba acostumbrado a resolverse sus problemas académicos. Pero, ese le desafiaba. No sabía cómo aplicar la tabla para sacar los coeficientes. Luchó y luchó. No quería darse por vencido. En ello iba su empeño y su necesidad de resolverlo. Después de mucho pensar, darle vueltas, replantearse el problema, buscar posibilidades, concluyó que necesitaba ayuda. No lo sabía. No podía inventarse la solución. 

Y pidió ayuda para encontrar la interpretación de la tabla. El hermano de un amigo suyo cursaba el mismo año de estudios. Le pidió el favor de que le ayudara a resolver esa cuestión. Cuando el hermano de su amigo le dio la solución, se quedó perplejo por la sencillez y por la facilidad para interpretarlo. Sin darse cuenta se lo estaba complicando todo. 

Esa sensación de despiste y de desorientación se repetía con el texto que tenía entre las manos. “Lo esencial, sin embargo, es que reconozcas que no sabes nada”. Sonaba muy fuerte porque ante los asuntos de la vida todos tenían propuestas. Muy pocos reconocían su desconocimiento. 

“El conocimiento es poder y todo poder es del Padre Celestial”. 

“Tú que has tratado de quedarte con el poder para ti solo lo has perdido”. 

“Todavía lo tienes, pero has interpuesto tantos obstáculos entre él y tu conciencia de él que no puedes utilizarlo”. 

“Todo lo que te has enseñado a ti mismo ha hecho que cada vez seas menos consciente de tu poder”. 

“Aun así lo único que se interpone entre ti y el poder del Padre que hay en ti es tu falso aprendizaje, así como todos tus vanos intentos de querer deshacer lo verdadero”. 

Roberto se sentía como ese estudiante que, con un falso aprendizaje, había tejido una serie de conjeturas para resolver el problema académico. Y los problemas de la vida que trataba ese texto eran mucho más importantes que encontrar la resistencia de un material específico. 

Roberto le daba vuelta a la idea: “El poder del Padre que hay en ti”. Un poder que anidaba en nosotros y que no lo podíamos expresar debido a un falso aprendizaje que habíamos hecho. En un acto de valentía, de arrojo. Se enfrentó al problema. Puso en ello todo su interés. Decidía quitarse de la cabeza todas las complicaciones y las limitaciones que había tejido en sus pensamientos. 

Se repetía la idea: “todavía lo tienes, pero has interpuesto tantos obstáculos entre él y tu conciencia que no puedes utilizarlo”. Ya era hora de reflexionar, de pensar y de ir quitando obstáculos para poder gozar de ese gran regalo que el Creador de cada uno de nosotros nos ha dado. Para ello, se quitaría muchas ideas equivocadas y se aplicaría la primera frase.

“Lo esencial, sin embargo, es que reconozcas que no sabes nada”. Todo un desafío para escribir nuevas ideas, nuevas actitudes, nuevos logros, nuevos objetivos. Novedad de vida era ese poder ofrecido.

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