jueves, noviembre 17

CAMBIOS VIVIDOS Y EXPERIMENTADOS

Enrique estaba intrigado por el tema de los sueños. Algunos de sus sueños le habían impactado de una forma terrible. Una noche, cuando tenía 23 años, el sueño le hizo sentir un vacío inmenso. Sentía que su mundo se desmoronaba. Una profunda sima de vacío infinito se había abierto a sus pies. Descendía de una forma vertiginosa.

Lo que más le dolía y le hacía sufrir era descubrir que la caída no tenía fin. Era una bajada infinita. Esa angustia, ese pánico, se apoderó de él. El dolor y el sufrimiento era inaguantable. Se sentía perdido totalmente. Desvalido, imposibilitado de recibir ayuda, perdido a la suerte de los que ya están desesperados. El sentimiento de falta de equilibrio le hacía entrar en un estado de shock indescriptible. 

Algo realmente se había desmoronado en su vida y el sueño le devolvía la situación y la actitud de su ego. Nada podía ser controlado. Todo se había roto. Las verdades sobre las que había caminado se habían hecho añicos. Todo su edificio de creencias, de seguridades tejidas a lo largo de los años se habían puesto en entredicho. Esa actitud, que aparentemente no le afectaba, lo tenía atenazado de pies, de manos, de cuerpo, de dolor y de terror. 

Por fin, una mano invisible, no vista en su sueño, no pensada ni imaginada le devolvió a la realidad de la vigilia. En uno de sus inquietos movimientos, se vio en el suelo. Chocó con las frías baldosas. Cesó ese sueño terrorífico. Se despertó. Miró alrededor. Se recompuso poco a poco. Empezó a entender lo sucedido. El pánico quedó roto. Sus ojos abiertos habían puesto fin a ese zozobrar interno. 

Interiormente pensó en la maravilla de caer en el suelo. Era el soporte que su mente necesitaba para dejar de caer en ese infinito vacío que había visto con tanto descaro y horror. Nada podía pararlo excepto abrir los ojos y darse cuenta de que todo era un sueño. De que nada era real. Era una manifestación de su ego que se sentía desplazado de todas sus creencias sobre las que había construido sus confianzas ilusorias. 

“Los sueños son desahogos emocionales en el nivel de la percepción en los que literalmente profieres a gritos: “¡Quiero que las cosas sean así!”. 

“Y, aparentemente, lo consigues”. “Mas los sueños son inseparables de su fuente”. 

“La ira y el miedo los envuelven y, en cualquier instante, la ilusión de satisfacción puede ser invadida por la ilusión del terror”. 

Enrique así lo había sentido. Había sentido su impotencia. No le había dado importancia en su vida con los ojos abiertos. Sin embargo, en su interior sus seguridades se habían desplazado y le habían devuelto durante la noche la angustia indescriptible de tal cambio de actitud en su vida. 

Enrique estaba dispuesto a seguir con el cambio que había decidido. Ni el sueño ni el pánico le venció en su clara determinación. Sabía que había escogido el camino oportuno. Su fuerza de voluntad estaba en toda su expresión. Eso le evitó seguir con esos sueños. Descubrió que cualquier cambio en la vida se afloraba durante el sueño y que el sentimiento dormido se hacía evidente. 

Con la confianza que le brindaba la bondad de la nueva decisión, quedó en completa tranquilidad. “El primer cambio que se produce antes de que los sueños desaparezcan es que tus sueños de miedo se conviertan en sueños de felicidad”. 

La claridad de los pensamientos de Enrique le ayudó en ese tránsito desde los antiguos planteamientos a las nuevas decisiones que había incorporado a su vida. La luz brilló en sus ojos. La paz descendió a él. Un viejo hombre había desaparecido. Un nuevo horizonte había amanecido delante de él. Un nuevo sendero y una nueva visión de su vida había florecido y disfrutaba con esa nueva posibilidad que el Eterno había puesto en su camino.

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