Benjamín estaba considerando nuevos caminos que no había descubierto en ninguna de sus lecturas. Se había dado cuenta de que al leer siempre aplicaba su propia visión de las cosas y no llegaba a entender bien algunos comportamientos. Se aplicaba a la lectura de aquel párrafo y trataba de discernir esa verdad nueva que llegaba hasta sus ojos, su alma, su mente y su corazón vibrando.
“El Espíritu Santo no conserva ilusiones en tu mente a fin de atemorizarte, ni te las enseña con miedo para mostrarte de lo que te ha salvado”. La idea de la focalización en lo equivocado, en el error, en el sufrimiento, no era la función del Espíritu Santo. Así veía Benjamín que tampoco debía ser nuestra tarea. Incidir en los aspectos débiles, frustrantes del ser humano parecía ser más bien obra del ego que obra de la luz del Espíritu.
“Eso de lo que te ha salvado ha desaparecido”. Se quedaba boquiabierto ante esa afirmación. Veía una distinción muy sutil. La idea de perdonar y la idea de salvar. Había escuchado tantas veces esa idea de: “te perdono pero no olvido”. Una frase que siempre le había causado inquietud y desasosiego. La primera parte quedaba bien, parecía un paso adelante. La segunda parte no sonaba tan bien y era un paso atrás.
Ahora se ofrecía una visión más atrevida: “Eso de lo que te ha salvado ha desaparecido”. Si desaparecía ya no estaba más en tu mente, en la mente del otro, en la mente de los cielos, en la mente del Padre. Se había esfumado como humo en los aires. Se había expandido y ya no existía ni como forma, ni como ente, ni como elemento de recuerdo.
Eso producía en Benjamín una renovación total. Aparecía una nueva situación. Un camino para seguir en su propia vida. Un camino para aplicar a todas las personas. Un camino para compartir con todos los sencillos corazones llenos de sabiduría. “Eso de lo que te ha salvado ha desaparecido”. Era enterrar hachas de guerra personales y sociales. Era erradicar del recuerdo las incidencias que habían sucedido. Era entrar en una amnesia que provocaba la aparición de una nueva criatura.
Era entrar en ese estado preconizado por Jesús. Metamorfoseaos en la mente para que aparezca una nueva forma de pensar. ¿Cómo podía aparecer una nueva forma de pensar con los mecanismos de siempre? Un nuevo mecanismo debía ser incorporado para sacar ese milagro, esa maravilla que toda persona ansiaba. El mecanismo estaba servido y lo descubría Benjamín con toda la admiración de su mente.
“Eso de lo que te ha salvado ha desaparecido”. Así la mente se renovaba. Así la mente cambiaba su forma de considerar las incidencias. Así la salvación se producía en su mente. Todas las alegrías intensas se ponían en movimiento. Una descarga nueva de energía llegaba hasta su vida. Una ilusión se potenciaba con esa nueva visión. Sin esperarlo, había entrado en un nuevo camino. Un camino de paz y de olvido total.
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