sábado, julio 22

DISOLVER NUESTRO DRAGÓN INTERNO

David recordaba historias del pasado que siempre le dejaron una huella en su corazón. Veía que para superar las dificultades debía matar a un dragón que amenazaba la vida tranquila y agradable. Alguien le dijo que su dragón era sus equivocaciones, sus egoísmos, sus meteduras de pata y su falta de sabiduría. 

Y a ese dragón había que matarlo, había que destruirlo. La muerte debía reinar antes de que la alegría lo hiciera. Una lucha encarnizada se desarrollaba en su interior. Era cuestión de un torneo. Sólo podía quedar uno. La muerte o la vida estaban delante de él. 

Una visión de la vida que nunca compartió. Era siempre un enfrentamiento con algo de forma visceral. Enfrentamiento entre los familiares. Enfrentamiento entre los amigos. Enfrentamiento entre las naciones. Enfrentamientos entre los humanos. 

Por una parte, veía que daba cuenta de las muchas guerras de la historia y de los muchos problemas en la familia. Por otra, se dejaba de lado la superación de conflictos por otros medios que no fuera el enfrentamiento. Recordaba con mucha alegría el amor que surgió con su esposa, en sus tiempos de amistad. 

Fue un descubrir una nueva vida, una nueva visión, un prado jamás imaginado se podía pisar y disfrutar de sus maravillas. El enfrentamiento no existía, ni existió. El amor se instaló en ambas almas y todo se solucionó, se superó, se diluyó como por arte de magia. Si había magia en el mundo, era el amor. 

En la cara de su amada nunca vio la condenación. Siempre vio una sonrisa suave de entrega que lo liberó. En sus dulces palabras de intercambio, nunca el reproche salió de aquella boca, los ánimos de un camino juntos siempre se dibujaron. En sus proyectos nunca chocaron como se golpean las rocas en su camino a la destrucción, siempre juntos caminaron y encontraron la solución.

La condenación no les señaló jamás el camino. La ayuda mutua, el mutuo amor, la feliz compañía, el yugo amoroso de los dos, fueron sus medios para labrar, en el corazón, fuerzas capaces de vencer la pasión, los caminos equivocados y las propuestas de destrucción. El sol de la esperanza siempre les guiaba con firmeza y confianza. 

“La necesidad de liberar al mundo de la condenación en la que se halla inmerso es algo que todos los que habitan en él comparten. Sin embargo, no reconocen esta necesidad común”. 

“Pues cada uno piensa que, si desempeña su papel, la condenación del mundo recaerá sobre él. Y esto es lo que se percibe y se entiende que debe ser su papel en la liberación del mundo”. 

“La venganza tiene que tener un blanco. De lo contrario, el cuchillo del vengador ser encontraría en sus propias manos, apuntando hacia sí mismo. Pues para poder ser la víctima de un ataque que él no eligió, tiene que ver el arma en las manos de otro”. 

“Y así, sufre por razón de las heridas que le infligió un cuchillo que él no estaba empuñando”. 

David veía esa sinrazón terrible. No había venganza de ningún tipo. No había condenación tampoco de ningún tipo. No había sufrimiento que debiéramos desarrollar por estos miedos dentro de nosotros mismos. 

Esa idea del dragón, de la venganza, de los fuegos exterminadores, eran pensamientos equivocados, erróneos, llenos de engaño. La superación de todos los inconvenientes en esta vida la tiene en su poder el amor. Dejémoslo que se instale en nuestra vida, en nuestro pensamiento, en nuestro corazón.

Y de la misma manera que entre su amiga, después su novia, después su esposa, después su mejor tesoro, fluyó el amor. Toda condenación desaparece, como sal disolviéndose, ante los rayos de un nuevo mundo creado por el amor.

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