domingo, julio 9

RESPUESTAS DE LUZ

Esteban estaba tranquilo. La silla de la terraza le daba una buena acogida con sus brazos y la vista que le ofrecía alargaba el horizonte en la lejanía y los colores del arco iris jugaban ante sus ojos con todos los matices. Era una tarde estupenda. La brisa soplaba suave y su piel se refrescaba con su caricia. 

En esos momentos de quietud siempre le venían a la mente algunos pensamientos interesantes que le captaban la atención y su función discursiva. Los veía, los analizaba, los reflexionaba y observaba muchos detalles que antes le pasaban desapercibidos.

Se daba cuenta que, en muchas ocasiones, había dado sus propuestas. Creía que eran las únicas y las más acertadas. Sin embargo, se habían llevado a cabo alternativas que resultaron ser tan excelentes como sus ideas. Esteban reconocía que había un abanico de propuestas y soluciones. 

Lo que no entendía es por qué sentía un aguijón en su pecho cuando sus propuestas eran dejadas de lado o desestimadas. Sin darse cuenta, se aferraba a sus soluciones como si realmente fueran las únicas. Y reconocía que no eran así. Pero su sentimiento le jugaba malas pasadas y le hacía sufrir. 

“Sufrir por no apreciar mis propuestas”, repetía en su mente. “Un sufrimiento absurdo”, se atrevía a reconocer. Le gustaba la idea de colaborar. Pero esa idea de colaboración terminaba cuando no se le tenía en cuenta. Y Esteban empezaba a ser consciente de que no era oportuno tener esos sentimientos. Toda una confusión. 

Todo un conflicto interior que no tenía más importancia que una serena sonrisa. Pero se había apropiado de sus ideas y parecía que, si no eran apreciadas, él lo sentía como si no fuera apreciado. Y eso, en esa tarde tranquila, veía que no era cierto. Una unión que no debía realizar, ni pensar, ni sentir, ni permitir. 

“Una pseudo-pregunta carece de respuesta, pues dicta la respuesta al mismo tiempo que hace la pregunta. Toda pregunta que se hace en el mundo es, por lo tanto, una forma de propaganda a favor de la forma de pensar del mundo”. 

“De la misma manera en que los testigos del cuerpo son sus propios sentidos, así también las respuestas a las preguntas que el mundo hace están implícitas en las preguntas”. 

“Cuando la respuesta es lo mismo que la pregunta, no aporta nada nuevo ni se aprende nada de ella. Una pregunta honesta es un medio de aprendizaje que pregunta algo que tú no sabes”. 

“No establece los parámetros a los que se debe ajustar la respuesta, sino que simplemente pregunta cuál es la respuesta. Mas nadie que se encuentre en un estado conflictivo es libre para hacer esa clase de pregunta, pues no desea una respuesta honesta que ponga fin a su conflicto”. 

Esteban veía con claridad, veía con la luz de la tarde que se cernía sobre su mente y sobre su corazón. La respuesta que acabara con el conflicto se huía, se evitaba, no quería ser enfrentada. Por eso, la respuesta debía estar contaminada totalmente con el conflicto que estaba librando. 

No éramos conscientes de esa tendencia a equilibrar el conflicto en nuestro interior. Nos hacía daño y tratábamos de olvidarlo. La respuesta no debía traer lo que calmara a nuestro interior. La respuesta debía traer la verdad que acabara con el conflicto y se impusiera la luz y no asociar y unir lo que no era natural asociar y unir. 

Esteban veía con más claridad en su mente por qué sufría cuando no se aceptaban sus ideas por la falsedad de su pensamiento y de su consideración. La respuesta le quitaba el conflicto. Ese era el descubrimiento que aquella tarde apacible le traía a su alma: miles de propuestas, miles de soluciones, miles de proyectos y todos con sus bondades. 

Así, Esteban dejaba ese sufrimiento que había identificado, que había comprendido y que había, en aquella tarde, resuelto y superado.

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