domingo, julio 23

LA MENTE FABRICA NUESTRA EXPERIENCIA

Daniel estaba revisando una experiencia que había visto repetida en varias personas en diferentes momentos de su vida. Esa vivencia le había producido muchas reflexiones. Una de ellas era la capacidad que tenía la mente de crear realidades ficticias, vivirlas como reales, hacer padecer al cuerpo sin ninguna lógica y haber pasado momentos realmente angustiosos. 

Eso le había dejado cicatrices en su pensamiento. Una de esas personas interpretaba que la ausencia de cartas de su hija era debido a…. (no sabía nada más, pero ella imaginaba, pensaba y concluía sus propias decisiones sin más). Su mente febril empezaba la fabricación, la imaginación y la creencia de las afirmaciones que ella misma se iba dando.

Se imaginaba que no se llevaba bien con su esposo. Sus relaciones tirantes y difíciles se las guardaba en su corazón y no quería que su madre se enterara. Seguía imaginándose que estaba pasando un momento de angustia muy intenso y tenía que hacer algo. Sin embargo, no se atrevía a hacer nada. No podía interferir en la libertad de su hija. 

Todos los días esperaba la carta. Todos los días iba dándole una vuelta más a sus pensamientos. Así iba retorciendo el hilo de la historia en su interior de tal manera que todo lo veía negro. Una semana entera sufriendo sin saber nada. Al fin, el cartero apareció. Le traía una serie de cartas todas juntas. Eran de su hija. 

El cartero le dijo que se habían caído sin darse cuenta detrás de un cesto y habían quedado allí durante varios días. Al quitar el cesto, aparecieron y de inmediato había decidido llevárselas. 

Todo lo que había pensado la madre era un sinsentido. Pero el cuerpo lo vivió con toda la presión, con toda la alteración de funcionamiento de sus diferentes órganos, con toda la realidad que la mente le daba. La mente descubrió la realidad y relajó al cuerpo. 

Así que la madre vivía en el cuerpo esa realidad ficticia negativa y de sufrimiento como si fuera real. “Hubo un tiempo en que no eras consciente de cuál era la causa de todo lo que el mundo parecía hacerte sin tú haberlo pedido o provocado”. 

“De lo único que estabas seguro era de que entre las numerosas causas que percibías como responsables de tu dolor y de tu sufrimiento, tu culpabilidad no era una de ellas”. 

“Ni tampoco eran el dolor y el sufrimiento algo que tú mismo hubieses pedido en modo alguno. Así es como surgieron todos tus engaños. El que los teje no se da cuenta de que es él mismo quien los urde ni cree que la realidad de éstos dependa de él”. 

“Cualquiera que sea su causa, es algo ajeno completamente a él, y su mente no tiene nada que ver con lo que él percibe. No puede dudar de la realidad de sus sueños porque no se da cuenta del papel que él mismo juega en su fabricación y en hacer que parezcan reales”. 

Daniel veía en esas líneas la confirmación de esa cicatriz que se había sentado en sus pensamientos al observar la capacidad de la mente para crear su propia imaginación. Unas cartas perdidas detrás de un cesto le habían servido a una mente para desarrollar toda una teoría de angustia y de congoja. 

Le habían servido a una mente para alterar el funcionamiento de su cuerpo. Se hacía daño en el pensamiento, se hacía daño en sus músculos y en su garganta. La angustia la atenazaba en momentos. 

Todo un sufrimiento se traslucía en su experiencia. Toda una tristeza la embargaba. Pero la mente no reconocía que era ella misma quien lo provocaba. Era su interpretación ficticia. Era su interpretación engañosa de la realidad. 

Daniel interpretaba que todo lo que la mente creyera realmente lo viviría. No importaba su verdad, su realidad, su razón, su prudencia. Lo único que importaba era que la mente lo creyera, aunque fuera un engaño, una invención, una ficción. Por ello, Daniel tenía esa cicatriz que ahora la veía con mayor claridad. 

Una conexión con el infinito, con la confianza, con la paz, era de todo punto indispensable para que, desde su serenidad, la mente no dejara que ninguna falacia entrara en su hogar y desde allí empezara un engaño a fabricar.

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