lunes, mayo 16

ADAPTACIÓN, SUPERVIVENCIA, CORAZÓN, AMOR

La mente es poderosa. La mente es portentosa. No tendríamos términos para definir la gran potencialidad que tiene la mente en sí. Es nuestra central de datos. Es nuestro departamento central de las decisiones.

Allí se viven los pensamientos que generan sentimientos. Los sentimientos liberan emociones. Dirigen nuestro cuerpo. Nos volvemos una unidad. Cuerpo y mente unidos. Pero, la mente lo dirige todo. 

Una mente puede producir pensamientos que bien le facilitan al cuerpo su funcionamiento y por ello nos da energía, salud y alegría, o bien distorsionan el normal desarrollo del cuerpo y nos produce malestar, inconvenientes físicos y falta de fuerzas físicas. 

Si es tan potente, ¿por qué no se nos enseña desde jóvenes a saber la relación que tienen nuestros pensamientos con nuestra salud? Si desempeña un lugar tan privilegiado, ¿por qué no aprendemos a estudiar la relación de los pensamientos con los cambios físicos que ocasiona?

Es clarificadora la exposición que hace el Dr. Alonso Puig de esta relación. Nos transmite en lenguaje normal y directo esas alteraciones físicas producidas por los pensamientos. Así sentimos unidos los efectos y las causas englobadas en nuestro ser. 

En nuestro caminar siempre se han tratado las dolencias físicas como independientes de todo proceso de causa. Se remedían las consecuencias. Y parece que todo está arreglado. 

A toda mente le gusta conocer las causas de sus alteraciones físicas para abordarlas, comprenderlas y entenderlas. El único medio para cambiarlas y transformarlas. 

Así en una presentación breve recibimos la impronta, la sabiduría y la ciencia de la influencia de nuestros pensamientos en nuestros procesos físicos. Nos da seguridad. Nos da confianza. Nos proporciona sabiduría para no pasar por alto nuestros pensamientos como inocuos para nuestra vida.

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