viernes, mayo 20

CORDURA, AMOR, SUPERACIÓN

Julián había salido solo aquella mañana de domingo para adentrarse en la montaña y disfrutar de la naturaleza. Tenía ganas de verse con el interior de su alma en aquellas creaciones de roca, árboles, matorrales, espinos, colores y configuraciones asombrosas.

Julián pasaba por un lugar amplio con una caseta en uno de sus lados. Recordaba con intranquilidad los gritos punzantes de un cerdo en su proceso de matanza. Sonidos agudos que resonaban en la montaña, se mezclaban con los directos y los recibía Julián con mucha incomodidad en su cuerpo estremecido. 

Era una experiencia que le había quedado en la memoria. Él era un muchacho de ciudad con mucha actividad industrial que desconocía estas artes de las comarcas rurales. 

Seguía subiendo hasta los pies de la montaña. Divisaba desde las alturas la piscina municipal con sus grandes instalaciones llenas de agua. La altura lo empequeñecía todo y parecían simples charcos de agua azul en lontananza. 

Un camino serpenteado bordeaba las dificultades y se iba introduciendo en el paso que dividía aquellas dos moles imponentes que presidían la ciudad. Julián estaba familiarizado con el lugar. Era precioso. 

La mañana estaba clara. Un día soleado. Una temperatura agradable. El ejercicio al aire libre le llenaba de oxígeno y le devolvía una buena energía que Julián la dedicaba al pensamiento y a la ligera ascensión de su caminata. 

Se dirigió a una de las laderas interiores del macizo de la derecha. Una rampa ascendente le facilitaba llegar allí donde su vista había decidido sentarse y contemplar el horizonte. 

Vistas hermosas. Vistas llenas de color. Vistas con mil figuras. Combinaciones fabulosas que llenaban su vista, su interpretación y los movimientos rumiantes de sus ideas. 

Se remontaba al pasado. Tierras habitadas por árabes. Conquistadas otra vez. Una historia amplia y larga. Ahora, Julián sentía que era su momento. Se dirigió hacia el futuro. Su mente se paró en esos lindes donde la creencia hace su asiento para interpretar lo no visto. 

Futuro en manos de proyecciones de todas clases y cualidades. Su alma estaba serena. ¿Qué depararía el futuro? ¿Hacia dónde se dirigiría su mirada y su realidad? Julián confiaba en sus lecturas y en la voz interna de su corazón. 

El futuro causaba escalofríos por temor a lo desconocido y a las relaciones que pudieran establecerse. El texto que había caído en sus manos le daba tranquilidad, seguridad, sosiego y esperanza. 

“El ego vive literalmente de tiempo prestado, y sus días están contados”. 

“No tengas miedo del Juicio Final, sino que, por el contrario, dale la bienvenida sin más demora, pues el tiempo de que el ego dispone lo - toma prestado - de tu eternidad”. 

“Este es el Segundo Advenimiento, el cual se concibió para ti de la misma manera en que el Primero fue creado”. 

“El Segundo Advenimiento es simplemente el retorno de la cordura”. 

“¿Cómo iba a ser esto temible?

Julián seguía rumiando en su mente y las matemáticas se hacían sus cábalas interiores: 

El ser humano = amor + ego

Esa era la fórmula de cada viviente

El ego = no amor

El ego se revelaba como la negación del amor. Pero negar el amor era porque, de alguna manera, se sabía que había amor allí. Julián dibujaba en su mente todos los esfuerzos para negar al amor en muchas ocasiones. A veces aceptaba la dureza de la negación como una afirmación de fortaleza. 

Muchos incidentes le habían revelado esa falta de amor. Esa potencia del ego. Muchas personas habían dejado de creer en el ser humano. Sin embargo, Julián se resistía. El amor siempre hacía aparición en situaciones precisas. 

El retorno de la cordura, pensaba Julián, se refería a la negación del ego. Es decir: 

Cordura = no ego = no [ no amor ] = amor

Así veía la plenitud de la persona. Se podría expresar: 

Ser humano = amor + cordura = amor + amor

Julián se adentraba en esas voces interiores que salen del corazón y tratan de llevarlo a la vida práctica. Esa voz le clamaba que el amor era la parte vencedora de la persona. 

Por ello, aquellos planteamientos concordaban con lo que sentía su alma. El futuro se declaraba precioso, completo, placentero y juicioso. Su corazón latía de forma inesperada. 

Una ilusión inusitada le invadía. Se incorporó. Miró a su alrededor. Sus pulmones se ensancharon. Vieron sus ojos claros lo que veía en esos momentos y en su futuro. Toda era una delicia. 

Julián fue recorriendo esa mañana de domingo aquel recorrido alrededor de las montañas. Una caminata preciosa. Le colmó su alma. Llegó a casa contento y pleno de esperanza.

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