lunes, enero 30

EL PAPEL DEL OTRO EN MI VIDA

Sebas se estaba quitando una nube de incomprensión de su cabeza. Había visto a varias personas que le habían impactado al tratar a los demás. Eran personas muy consideradas, con un alto sentimiento del respeto, de la admiración y de la dignidad. 

Se preguntaba, en muchas ocasiones, la razón de esa forma de trato tan excelente. Sebas era persona que trataba con mucha educación a los demás, pero veía en aquellas personas algo nuevo que añadían. Era algo así como que no veían los errores de los otros y los trataban con todo su esmero. 

Un día, en clase, se le quedó una idea de su profesor de literatura. Les indicaba que se podría hacer la descripción de una persona perfecta con tal de contar de ellas todas las cosas buenas que hacían. Lo único que se debía hacer era omitir los errores que cometían. Así la descripción de una persona maravillosa estaba servida. No había que hacer más. 

A Sebas, aquella idea se le grabó en su mente y en su corazón. No había que buscar a las personas buenas fuera de la sociedad, fuera de este mundo, fuera de la naturalidad de cada día. Solamente había que vivir con esas personas, excepto en esos momentos que reaccionaban, se molestaban y se enfadaban. 

Cierto día, una señora casada le hizo un comentario de su esposo: “Mi esposo lo atenderá muy bien. Estoy segura de ello. Sabe cómo tratar con todas las almas. Solamente tiene algunos momentos donde se angustia, se pone nervioso, se agita y pierde un poco la compostura. Sin embargo, la recobra pronto y puede confiar totalmente en él”. 

Sebas veía el amor de esa señora casada por su esposo. No solamente apreciaba sus momentos estupendos, también comprendía esos momentos que había que evitar. Con dicha comprensión, la bondad estaba en su punto. Era hermoso sentirse apoyado en esos momentos difíciles donde se perdía el norte, la tranquilidad y la serenidad. 

Sebas estaba aprendiendo un mecanismo nuevo en su mente. Gozaba de esos buenos momentos con las personas, y, además, empezaba a comprender esos momentos inconvenientes como efectos del miedo, de la angustia y del desasosiego. Era una manera de ver claridad en las personas en todo momento. Sin duda, era un completo cielo. 

Con esa nueva mente que se abría paso en sus pensamientos, podía comprender un poco mejor aquellas líneas: “El pecado (condenación) no tiene cabida en el Cielo, donde sus resultados serían algo ajeno a éste y donde ni ellos ni su fuente podrían tener acceso. Y en esto reside tu necesidad de no ver pecado (condenación) en tu hermano”. 

“El Cielo se encuentra en él. Si ves en él pecado (condenación), en vez de errores, pierdes de vista el Cielo”. Sebas era consciente de que esa mirada de amor se encontraba en aquella esposa que comprendía los errores de su esposo. Pero, había escuchado, por otras bocas, opiniones condenatorias de aquellos esporádicos arrebatos. 

La mirada de amor veía errores, los entendía y los superaba. Las miradas de amor de aquellas personas que trataban a los demás con esa consideración tan hermosa, se destacaban sobre las miradas de otros que, a veces, con dureza, atacaban los errores de los demás y los condenaban. 

Sebas elegía seguir con la propuesta que seguía: “Contémplalo tal como es, no obstante, y lo que es tuyo irradiará desde él hasta ti. Tu salvador te ofrece sólo amor, pero lo que recibes de él depende de ti”. Sebas entendía que su mirada sobre el hermano y lo que recibía dependía del tipo de mirada que emitía. Si en su corazón había pecado (condenación) vería pecado (condenación) en el otro. 

Si en su corazón había comprensión, errores que se podían superar y un deseo ardiente de reflexión, vería lo mismo en el corazón y actitud del otro. Por tanto, no vería condenación en el otro.

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