jueves, enero 12

EQUILIBRIOS DE LIBERTAD

Marce estaba repasando el significado de la frase célebre de Juvenal: “Mens sana in corpore sano”. Mente sana en un cuerpo sano. Una frase que formaba parte de una plegaria de petición sabia y equilibrada: “Debemos orar para conseguir una mente sana en un cuerpo sano”. La idea inicial era buscar un equilibrio entre esos dos componentes básicos del ser humano.

A lo largo de la historia se ha dado importancia al cuerpo. No era la busca del equilibrio lo que se subrayaba. Era más bien el desarrollo físico. Era la comparación de habilidades y competencias. Eran las luchas y competiciones para saber quién era el mejor. Era el placer de haber vencido sobre el otro. Era la idea de supremacía sobre el otro. 

Marce lamentaba que la idea del equilibrio se hubiera perdido. Una frase, en sí misma, llena de sabiduría se había utilizado para hacer un desarrollo excepcional de lo físico y de sus habilidades para destacar y romper todo equilibrio de cuerpo, mente y espíritu. 

Con tristeza recordaba la reacción de una madre que había llevado a su hija a una competición gimnástica. La madre era su entrenadora. Le había exigido el máximo a su hija. Tenía que quedar la primera. Sin embargo, al saber el resultado de que había quedado la segunda, una rabia incontenida se desató en público y le ofreció un tremendo castigo por no haber alcanzado el primer puesto. 

El equilibrio se había perdido totalmente. El cuerpo, sin lugar a dudas, es una parte dependiente de la mente. “El cuerpo es un medio, no un fin. De por sí no tiene ningún propósito, sino sólo el que se le atribuye”. 

“El cuerpo parecerá ser aquello que constituya el medio para alcanzar el objetivo que tú le asignes”. De ahí el deseado equilibrio entre la mente y el cuerpo para no exigirse elementos inalcanzables y frustrarse mutuamente. Los dos se necesitan, pero quien decide es la mente: 

“Sólo la mente puede fijar propósitos, y sólo la mente puede discernir los medios necesarios para su logro, así como justificar su uso”. 

“¿Por qué razón es el cuerpo tan importante para ti? Aquello de lo que se compone ciertamente no es valioso. Y es igualmente cierto que no puede sentir nada. Te transmite las sensaciones que tú deseas”. 

“Pues el cuerpo, al igual que otro medio de comunicación, recibe y transmite los mensajes que se le dan. Pero estos le son completamente indiferentes”. 

“Todos los sentimientos con los que se revisten dichos mensajes los proporcionan el emisor y el receptor”. 

“Tanto el ego como el Espíritu Santo reconocen esto, y ambos reconocen también que aquí el emisor y el receptor son uno mismo”. 

“El Espíritu Santo te dice esto con alegría. El ego te lo oculta, pues no quiere que seas consciente de ello. ¿Quién transmitiría mensajes de odio y de ataque si entendiese que se los está enviando a sí mismo? ¿Quién se acusaría, se declararía culpable y se condenaría a sí mismo?”

Marce veía, de forma meridiana, que el engaño del ego era tremendo. Reconocía que, cuando se enfadaba, se ponía furioso y sus palabras salían como dardos sobre los otros, era él, el que realmente lo pagaba con su falta de paz, de serenidad, de equilibrio, de cordura y de sensatez. 

La frase “Mens sana in corpore sano” tomaba su idea de equilibrio. La locura de la mente la pagaba el cuerpo. Ya estaba bien de caer en la trampa de que las palabras de odio las pagaban los demás y no él mismo. Él era el emisor y el receptor.

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