Mario no se lo creía del todo. No daba crédito a lo que estaba leyendo. Algo, a lo que él no le daba importancia, era la puerta de la solución a su vida entera. Inclusive le sorprendía que lo tratara como una cosa “pequeña”: “Este pequeño muro de odio todavía quiere oponerse a la Voluntad del Padre, y mantenerla limitada”.
“Todavía te opones un poco a la Voluntad del Padre. Y esa pequeña oposición es un límite que quieres imponerle a toda ella”.
“Lo que todavía quieres conservar detrás de tu pequeña barrera y mantener separado de tu hermano parece ser más poderoso que el universo, pues da la impresión de restringir a éste y a su Creador”.
“No tengas miedo de este pequeño obstáculo, pues no puede frenar la Voluntad del Padre”.
“No tienes ninguna meta aparte de la unirte a tu hermano. El pequeño muro se derrumbará silenciosamente bajo las alas de la paz”.
“Vencer al mundo no es más difícil que superar tu pequeño muro”.
Mario se repetía dentro de sí: “pequeño muro de odio al hermano”. Veía con claridad que era su meta en la vida: “No tienes ninguna meta aparte de la unirte a tu hermano”. ¡Cómo un muro pequeño hacía una diferencia tan grande entre los hermanos! Mario estaba haciéndose consciente de la relevancia y trascendencia del muro pequeño.
Era algo así como aceptar el 95% el proyecto del Padre. No había discusión en Él. Todo estaba claro. Las emociones se llenaban de paz con sus planteamientos. Sin embargo, Mario reconocía que ese 5% que conservaba era una manifestación de cierta duda sobre la Voluntad del Padre.
En algunas conversaciones con personas muy decididas a secundar la Voluntad del Padre, había entrevisto también ese 5% que guardaban para ellos mismos en cuanto la calificación que le daban a ciertas personas. Mario empezaba a darle importancia a ese 5%. No era tan baladí en sus resultados.
“Lo que todavía quieres conservar detrás de tu pequeña barrera y mantener separado de tu hermano parece más poderoso que el universo, pues da la impresión de restringir a éste y a su Creador”.
“Y todo lo que parece interponerse entre tu hermano y tú tiene que desaparecer por razón de la llamada que contestaste. Desde ti, que respondiste, Aquel, que te respondió, quiere llamar a otros”.
Mario empezaba a tener una comprensión que no había tenido hasta entonces. El Padre iba llamando a los otros a través de cada uno de nosotros. Si manteníamos el pequeño muro de odio al hermano, la conexión se rompía. Y esa conexión impedía que la red, tejida por el Amor del Padre, se multiplicara de tal manera que, con solamente el 5% de oposición, la red quedara inútil para infinidad de conexiones.
En esa globalidad, Mario veía la enorme trascendencia de cada uno de nosotros para quitar ese muro, y convertirse en un foco de transmisión. Los mensajes del Padre podrían llegar, sin problemas, a todos y cada uno de Sus Hijos a través de nosotros.
La perplejidad de Mario se cambiaba en conocimiento y comprensión. Lo que le parecía pequeño, en cierto instante, tenía una trascendencia no entrevista en el inicio. De ahí la importancia de ese 5% reservado por muchos en sus relaciones con sus hermanos.
Con su eliminación, la red funcionaría a total rendimiento en bien de cada uno de nosotros, y en bien de cada uno de los Hijos del Padre.
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