Daniel leía con sumo gusto aquellas palabras. Estaban enmarcadas en una expresión maravillosa. Dos palabras que merecían toda una atención precisa y fabulosa. “el amor necesita de dos cosas: tiene que estar enraizado en la libertad, y tiene que conocer el arte de la confianza”.
La libertad y la confianza eran dos elementos que se tenían que construir entre las personas que deseaban vivir esa experiencia llamada “amor”. Desde joven, Daniel había observado que se aplicaba la palabra “amor” a otros tipos de relaciones. Y, a cualquier unión duradera entre dos persones se le daba la palabra amor, aunque no tuvieran entre ellas ni libertad ni confianza.
Daniel recordaba en sus padres la falta de esas palabras en su relación. Su madre, temerosa de los varios casos de cáncer de laringe en la familia de su padre, trataba de ayudarlo con no fumar. En muchas ocasiones desconfiaba de su esposo. Y la falta de libertad que experimentaba su esposo por la influencia de su mujer, la suplía con fumar a escondidas.
Una situación que, de vez en cuando, derivaba en discusiones acaloradas. Muchas veces, pensaba Daniel que era mejor dejar a su padre seguir su camino, según su libertad, que tratar de ser precavido por la muerte de varios de sus familiares por el cáncer de laringe. Eran dos conceptos que no habían solucionado sus padres.
Dos conceptos que chocaban en el corazón de Daniel. Una experiencia que no deseaba reproducir en su matrimonio. El amor era lo más hermoso del mundo cuando gozaba de esas dos características: la libertad y la confianza. Realmente era un cielo. Una delicia difícil de compartir. Una maravilla para experimentar y vivir.
Durante cuatro años, Daniel y su novia leían libros para ir formando el ambiente, el tipo de relación entre ellos, la comunicación, la forma de llevar las finanzas, el tipo de educación de sus hijos, los proyectos que emprenderían. Así iban diseñando paso a paso la forma de solucionar sus reveses en la vida y los principios sobre los que sustentarían su amor.
Daniel, a la distancia, conservaba un recuerdo maravilloso de aquellos años. Todos los principios que fueron aportando y aceptando de mutuo acuerdo, los habían desarrollado y experimentado. Su relación había ganado en frescura, en intensidad, en confianza y en una libertad total. Era algo maravilloso. Daniel podía tener amigas con una relación estupenda sin interferir para nada en su relación de pareja.
La confianza funcionaba en ambos sentidos. Su esposa también tenía amigos maravillosos, pero la pareja era su base de confianza. El respeto era total. Observaban que era una delicia y no una limitación tener pareja. Los dos se apoyaban con una fuerza estupenda. Las relaciones eran fluidas y la comunicación muy especial y muy cuidada.
Tenían las directrices claras de no hacerse daño, de cuidar al máximo la relación. Sentían que eran amplios y comprensivos. Eso era su mejor tesoro. Después de muchos años, Daniel sentía que la libertad que gozaba era el motivo principal que le atraía de su pareja. Nunca podría haber desarrollado el amor sin esa libertad.
Ahora descubría que esa libertad aportada por su pareja, era uno de los elementos que le provocaba la admiración con una profundidad insospechada. Sentía desde el fondo de su ser la gran pareja que le había tocado en la vida. También lo tenía muy claro el elemento de la confianza. Nunca faltó a ese criterio que pusieron siendo novios.
La confianza los fundió en uno solo. Los dos lo tenían claro, muy claro. No querían reproducir los errores de sus padres. Nunca tuvieron una discusión por tal motivo. Nunca los celos se interpusieron en sus caminos. Nunca la duda les asaltó. La confianza era sagrada. Daniel se la entregó toda. Su esposa se la entregó también.
Y reconocían esa aportación tan maravillosa de los dos pilares del amor: “el amor necesita de dos cosas: tiene que estar enraizado en la libertad, y tiene que conocer el arte de la confianza”. Habían construido en su etapa de noviazgo, día a día, durante cuatro años, el edificio que cobijó durante su vida su gran amor.
Excelentísmo mensaje del amor real y verdadero, con dos simples y básicos ingredientes... "Libertad y confianza"
ResponderEliminarMuchas Felicidades!!!