sábado, marzo 4

CREADORES AUTÉNTICOS

Gonzalo dejaba que la razón lo guiara por ese camino un tanto intrincado, pero seguro en la línea de su comprensión. Quería entender, completar, descubrir esa paz, esa tranquilidad, esa armonía que ansiaba su corazón. No sabía por qué el impulso se hacía tan fuerte en su pensamiento. Recorría sin descanso el camino para aumentar su comprensión. 

Leía y se paraba. Leía y reflexionaba. Leía y trataba de desentrañar el significado para comprender, entender y saber quién era él: “¿Qué podría mantenerse oculto de la Voluntad del Padre Celestial? Sin embargo, tú crees tener secretos. ¿Qué podrían ser esos secretos sino otra “voluntad” tuya propia, separada de la Suya?

Gonzalo pensaba que, si éramos capaces de crear una “voluntad” nuestra propia separada de la Suya, entonces, apoyándose en la idea de que aquello que creamos podemos nosotros mismos deshacerlo, la solución era sencilla. Dejar de poner en práctica nuestra “voluntad” y permitir que Su Voluntad se manifestara. La elección estaba en nuestras manos. Éramos libres y no esclavos. Éramos quienes decidíamos. 

El camino quedaba claro. Había que convencer a nuestra voluntad. “La razón te diría que esto no es un secreto que deba ocultarse como si tratase de un elemento de condenación. Pero ciertamente es un error. No permitas que tu temor de la condenación impida la corrección del error, pues la atracción que ejerce la culpabilidad es sólo miedo”. 

No era natural sentir miedo cuando seguíamos Su Voluntad. Todo parecía que se allanaba y nos hacía fuertes. Sin embargo, cuando seguíamos nuestra “voluntad” el miedo se hacía presente. El Padre Celestial nos ofrecía amor y nosotros habíamos inventado el miedo. Y esa oposición entre amor vs miedo era la gran diferencia entre nuestra “voluntad” y la Voluntad de nuestro Padre Celestial. 

Gonzalo seguía leyendo con interés. Ahondaba en ese miedo como sentimiento creado por nosotros. “He aquí la única emoción (miedo) que has inventado, independientemente de lo que aparente ser. He aquí la emoción (miedo) de los secretos, de los pensamientos privados y del cuerpo. He aquí la emoción (miedo) que se opone al amor y que siempre conduce a la percepción de diferencias y a la pérdida de igualdad”. 

Gonzalo lo iba teniendo cada vez más claro. La creación de “una voluntad” propia creaba el miedo. El descubrimiento en nosotros de la Voluntad del Padre Celestial creaba el amor. Se sentía libre, agradecido al universo, lleno de felicidad, lleno de una verdad que vibraba en todo su cuerpo. Lo tenía claro. De la misma forma que había creado una “voluntad” diferente a la Suya, podía deshacer su “voluntad” y desarrollar la Suya con el poder del amor que la acompañaba. 

Una gran liberación recorría todo su cuerpo. Su mente se relajaba. Sus ojos miraban el horizonte de la tarde serena y tranquila. Una vez más, el amor ganaba el pensamiento y, entre todos, se compartía.

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