martes, marzo 28

ESBOZOS DE VIBRACIÓN INTERIOR

Darío sentía una suave luz deslizarse por su mente, por su intuición, por su interna comprensión. El horizonte le ofrecía una nueva posibilidad que le había dejado suspenso. Una niebla blanca y matutina le había traído un mensaje que se depositaba en su frente: “Estás creándote tú mismo y estás formándote con la elección de pensamientos y sabiduría la grandeza de tu propia figura”. 

Notaba, desde la paz y desde el silencio, la marcha de algunos pensamientos que ya no formaban más parte de su vida. Venían otras ideas que orientaban su camino. Ese cambio de mobiliario en su cabeza creaba una nueva casa, una forma de estar distinta, una diferente mirada. En definitiva, todo adquiría una sensación de mayor luz que alumbraba rincones siempre sumidos en las sombras. 

Sus lecturas le ayudaban. Su vuelo por ese espacio renovado de su mente le dibujaba nuevas propuestas. Una nueva ilusión todo lo envolvía y recorría como una energía distinta y entusiasmada. La paz hacía su poso. La tranquilidad le abría una nueva ventana. Todo ocurría en un camino nuevo que ante él se extendía. 

Las almas aladas de las bellezas de la naturaleza se ofrecían con toda su calma. Se daba cuenta de su poder creador por la elección de las ideas que ante él se desplegaban. Dos luces radiantes se ofrecían a sus ojos. Una luz le invitaba a que fuera especial. Un ser especial mejor que los demás. Un ser brillante con el poder de ser tenido en la cúspide de la importancia. 

Otra luz radiante se ofrecía ante su mirada. Le motivaba a ser grande, maravilloso, universal, unido con todas las energías del mundo. Formarían la mayor luz de la naturaleza. Todos sintiendo como uno. Ante tamaño ofrecimiento se dejaba llevar por las líneas de esa hermosa reflexión que le llegaba para considerar su decisión: 

El deseo de ser especial es el gran dictador de las decisiones erróneas. He aquí la gran falacia o espejismo de lo que tú eres y de lo que tu hermano es. Y he aquí lo que hace que se ame al cuerpo y se le considere algo que vale la pena conservar”. 

Ser especial es una postura que requiere defensa. Aquello en lo que tu hermano se tiene que convertir para que tú puedas seguir siendo especial es una falacia o espejismo. Hay que atacar a aquel que es “peor” que tú, de forma que lo especial en ti pueda perpetuarse a costa de su derrota”. 

Pues ser especial supone un triunfo, y esa victoria constituye la derrota y humillación de tu hermano. ¿Cómo puede vivir tu hermano con el fardo de todas tus condenaciones sobre él? ¿Y quién sino tu es su conquistador?”

Darío se quedaba confundido con ese tipo de materiales que le ofrecía la opción de ser especial. Era un enfrentamiento. Era un ataque. Era un menosprecio. Su alma le decía desde su hondura: “Nadie puede ser grande que no sea noble, generoso, amable, ayudador y comprensivo con su hermano. Nadie podía alcanzar su amplitud sin incluir, a su mismo nivel, a todo ser humano”. 

Darío quería ir formando su casa con todas las melodías que le dieran descanso y solaz. Veía que el tema de la canción “ser especial” no tenía los acordes oportunos, la letra adecuada y el ritmo vibrante para alcanzar en su formación esa idea suprema de la paz.

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