jueves, marzo 23

LA LUZ NO EXISTE SIN RELACIÓN

Sebas estaba entretenido e interesado leyendo aquellas palabras que contenían aquellas ideas. Empezaba a entender algunas cosas que las palabras, en ocasiones, se guardaban. Se daba cuenta de que, a pesar de haberlas repetido muchas veces, no las había entendido en su pleno significado. Era el misterio de la vida. 

Las palabras siempre estaban dispuestas a dar su tesoro. La persona que las leía podía repetir las sílabas, el significado, palabra por palabra, pero era incapaz de deducir ese tesoro oculto que contenían. Su mente no estaba preparada para conectar con esa luz. Un día, su mente cambiaba y la luz se hacía evidente como el amanecer glorioso del día. 

Así se expresaba aquel conjunto armonioso de palabras. “Mackenzie, "mal" es una palabra que usamos para describir la ausencia de bien, así como usamos la palabra "oscuridad" para describir la ausencia de luz, o "muerte" para describir la ausencia de vida. Tanto el mal como la oscuridad sólo pueden comprenderse en relación con la luz y el bien; no tienen existencia real”. 

“Yo soy la luz y soy el bien. Soy amor, y no hay oscuridad en mí. Luz y Bien sí existen. Así, separarte de mí te sumirá en la oscuridad. Declarar tu independencia resultará en mal, porque, separado de mí, sólo puedes valerte de ti. Eso es la muerte, porque te has separado de mí: de la Vida”. 

Las ideas de unión, separación y ausencia, se hacían evidentes en la mente de Sebas. En los interruptores de la luz se hacía claro. Cuando se unían las conexiones la electricidad podía pasar y la luz aparecía. Cuando se separaban las conexiones, se interrumpía el paso de la energía y la oscuridad era su consecuencia. 

La oscuridad, de ese modo, era ausencia de conexión. La oscuridad en la mente humana era, por tanto, ausencia de conexión en las relaciones con los demás. La conexión era la relación. Sebas se asombraba de las veces que había decidido dejar de conectar en una relación. Era decidir vivir en la oscuridad. Ese desconocimiento total en su mente le había acarreado vivir en esa oscuridad en muchísimas ocasiones. 

Había escuchado en boca de uno de sus maestros el dicho siguiente: “nadie vive para sí, nadie muere para sí”. La relación es lo vital de la vida en todas sus manifestaciones. Sebas quedaba impactado. Se rompían las relaciones de una forma natural. Era lo normal en la vida. Nadie captaba esa oscuridad en la que todos nos sumíamos por puro desconocimiento. 

Era mucho más fácil apagar el interruptor, terminar una relación que plantearse enfocarla de la debida manera para que la relación brillase, se desarrollase y prosperase. No se tenía en cuenta la luz que eso conllevaba. Sin darnos cuenta, amábamos mucho más la oscuridad que la luz. Y después, nos quejábamos del “mal del mundo” cuando nosotros colaborábamos a ese mal. 

Sebas decidía poner mucho cuidado en todas sus relaciones. Todas ellas eran portadoras de luz. En todas ellas se establecían los circuitos adecuados. La energía pasaba y la luz alumbraba. Todo un descubrimiento en esas palabras que nunca había visto con anterioridad. El misterio de la vida se había hecho presente, una vez más.

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