viernes, marzo 10

NUESTRO ESTADO MENTAL ES VITAL

Daniel sabía que para preparar bien sus estudios necesitaba paz, tranquilidad, un ambiente propicio y una mente centrada en los temas que debía aprender. Lo había aplicado siempre. Durante el día trabajaba ocho horas diarias, a la tarde-noche iba a las clases. A partir de las diez de la noche, empezaba su sesión de aprendizaje.

Procuraba no llevarse a esos momentos ninguno de los problemas del día, ninguno de los incidentes de la jornada. Su mente debía estar tranquila, no inquieta, relajada y toda centrada en sus pensamientos, en los nuevos conceptos y en los problemas académicos que debía resolver con acierto y con seguridad. Su estado mental debía estar dispuesto. 

En alguna ocasión, la inquietud de su mente se había interpuesto en su actividad de estudio y no le había permitido aprender nada. Él no podía permitirse esa experiencia. Si quería aprovechar sus estudios, no podía dejar de aprender cada día. Era su único camino. Lo había desarrollado y lo había aprendido. 

Cuando leía aquellos pensamientos, entendía su planteamiento. “La razón de por sí no es la salvación, pero despeja el camino para la paz y te conduce a un estado mental en el que se te puede conceder la salvación”. Daniel veía en ese proceso el estado mental que le permitía estudiar. En el camino de la salvación, también se debía alcanzar un estado mental en el que se podía conceder la salvación. Un proceso conocido y practicado. 

“La condenación es como un obstáculo que se alza como un fabuloso portón -cerrado con candado y sin llave - en medio del camino hacia la paz. Nadie que lo contemplase sin la ayuda de la razón osaría traspasarlo. Los ojos del cuerpo lo ven como si fuese de granito sólido y de un espesor tal que sería una locura intentar atravesarlo”. 

“La razón, en cambio, ve fácilmente a través de él, puesto que es un error. La forma que adopta no puede ocultar su fragilidad de los ojos de la razón”. Daniel, ante esa terrible diferencia, se estremecía imaginar ser arrastrado por las ideas de la condenación. La razón era la senda que conducía a la paz y a ese estado mental que facilitada la realización de la salvación. 

Hermosos pensamientos que venían a su mente para evitar los errores, los obstáculos, las trampas del camino que confundían a su mente. Con una idea clara de esos obstáculos, podía decidir con tranquilidad, ese estado mental que practicaba para el estudio y que, ahora, debía ir aplicando a su propia salvación. Toda una maravilla de la vida.

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