viernes, marzo 17

UN CAMINO GLORIOSO DELANTE DE TI

Juan se encontraba en un momento especial de su existencia. Tenía en su mano la posibilidad de construir su modo de ver la vida, su forma de considerarla, y su actitud frente a ella. El horizonte delante de él se iba ampliando. Varias posibilidades se hacían presente. Podía elegir entre ellas. Además, la sabiduría le acompañaba para ir reflexionando sus propuestas. 

A su mente acudían frases que se habían hecho famosas por la reiteración de las mismas. La primera de ellas era: “piensa mal y acertarás”. Juan conocía esa parcela de la esclavitud humana. Decirle a la mente que piense mal era como invitarla a su propia destrucción. No solamente pensaba mal de los demás, pensaba mal de sí mismo. 

Parecía que el asunto de la maldad se extendía sin darse cuenta de esa idea que mermaba las energías de las personas. Era cierto que la esclavitud vivía en la gente y en muchas mentes. Recordaba una conversación con una persona muy apreciada por él. 

Una historia de desencuentro entre un hombre y una mujer. La frase que concluía la frustración de esa historia era lapidaria: “una mujer despechada te puede destrozar la vida”. Realmente Juan iba tomando nota de que no se podía jugar con los sentimientos nobles, de amor, de cariño y de afecto entre las personas. La autenticidad debía ser la verdad de cada momento. 

También venían frases positivas a su mente: “trata con mucha consideración a todo el que se acerque a ti”. Las almas agradecidas, respetadas, dignificadas y bien atendidas eran un gozo en la vida. Un gozo en ambas direcciones. Era un gozo para el que daba la dignidad y era un gozo para quien la recibía. Y alguna más lírica cruzaba por su cabeza: “nunca una delicadeza oportuna y bien compartida, quedaba sin respuesta”. 

Juan se gozaba en esta segunda vía del comportamiento humano. “Camina gloriosamente con la cabeza en alto, y no temas ningún mal. Los inocentes se encuentran a salvo porque comparten su inocencia. No ven nada que sea nocivo, pues su conciencia de la verdad libera a todas las cosas de su falacia de la nocividad”. 

Veía que la verdad de la vida se encontraba en esa senda que se abría delante de él. “Y lo que parecía nocivo resplandece ahora en la inocencia de ellos, liberado de la condenación y del miedo, y felizmente de vuelta en los brazos del amor”. 

Sentía una claridad y una fuerza especial, diferente, encantadora y universal. Era toda una invitación de maravillosa y sana ingenuidad. “Los inocentes comparten la fortaleza del amor porque vieron la inocencia. Y todo error desapareció porque no lo vieron. Quien busca la gloria la halla donde ésta se encuentra. ¿Y dónde podría encontrarse sino en los que son inocentes?

Iba vibrando con tanta felicidad que era muchísimo mejor que esa pretendida superioridad de “piensa mal y acertarás”. Ver lo bueno en los demás, porque también lo eliges en tu interior, es el secreto sencillo que decidía desarrollar en esas alternativas que tenía para escoger y gozar.

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