domingo, marzo 5

LA PAZ Y EL AMOR ESTÁN DENTRO DE TI

Marce se dejaba llevar por frases que habían captado su atención. Frases que le repetían que debía seguir una dirección y no otra. La dirección era vital para poder comprenderla: “no busques la paz fuera de ti, la paz está en tu interior, búscala allí. Si no estás en paz contigo mismo, la paz se halla lejos de ti”. 

También seguía la misma línea el siguiente pensamiento: “no busques el amor fuera de ti, el amor está en tu interior. Ámate y podrás compartir ese amor. Si no te amas, lo exigirás de los demás. Y, ya sabes, que el amor no exige nada”. Marce se daba cuenta de que no debía buscar nada en el exterior. Todo estaba en el interior. La riqueza de esos dones ya estaba contenida en el tesoro personal de cada un@. 

Un cambio de dirección muy impactante, muy verdadero y muy real. Tenía que ser cierto. No podía ser de otra manera. En ese sentido la libertad, la bondad, la igualdad era auténtica. Los sueños que nos conducían a encontrar a una persona peculiar que pudiera darnos esos tesoros era un error. En ese camino contaba la suerte, la casualidad, la lotería y todas las incidencias que concluían en la frase frustrante: No he tenido suerte en la vida. 

La persona adecuada podía haber pasado de largo por nuestra vida, porque nosotros estábamos buscando otra cosa. La mente nunca sabía de estas vivencias. Por ello, si en lugar de buscar fuera, indagábamos en nuestro interior, nos valorábamos, nos descubríamos la maravilla que éramos, desarrollábamos la bondad, dejábamos de lado la condenación, olvidábamos las heridas y compartíamos, desde la paz y el amor, nuestra mano generosa con otros, la vida así se elevaba a unas alturas inefables. 

Si había algo primordial en nuestras vidas, ese lugar primero era construirnos y descubrirnos toda la maravilla que la naturaleza había depositado en nosotros. “Cristo acude a lo que es semejante a Él, a lo que es lo mismo, no a lo que es diferente. Pues siempre se siente atraído hacia Sí Mismo. Y lo que hace que tú te sientas atraído hacia tu hermano, es lo que hace que Él se sienta atraído hacia ti”. 

“Y ahí Él puede regresar con paz y con amor, pues la confianza que depositas en otro es la confianza que depositas en Él. No cabe duda de que estás en lo cierto al considerar a tu hermano el hogar que Cristo ha elegido, pues al hacer eso, ejerces tu voluntad con la de Cristo y la de Su Padre”. Marce entendía mucho mejor el camino. 

Si no desarrollaba en su interior la paz y el amor, no podía poner su corazón en la línea de vibración de lo maravilloso, de lo fabuloso, de la ternura y de la comprensión. Su pensamiento ordenaba sus ideas: si no cultivaba en su jardín interno esa paz y ese amor, no podía compartir la paz y el amor. La paz y el amor se sentían atraídos hacia la paz y el amor. Por ello captaba la esencia de esa expresión: 

“Y lo que hace que tú te sientas atraído hacia tu hermano, es lo que hace que Él se sienta atraído hacia ti”. La paz y el amor tenía la respuesta. Y ese tesoro estaba en el fondo maravilloso de nuestro corazón.

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