viernes, agosto 4

CAMBIO POR COMPRENSIÓN

Adolfo estaba contento. La felicidad se le ofrecía con aquel pensamiento. Era toda una liberación de su vida. En muchas ocasiones había tratado de quitarse algún detalle equivocado. Deseaba cambiar. Quería olvidar esos gestos que, de vez en cuando, aparecían en su vida y le hacían sentir muy molesto. 

Era cierto que deseaba el cambio. No era una persona de fáciles promesas. Todo aquello que se planteaba lo lograba. Pero, en el terreno personal, algo no andaba bien. No lo alcanzaba. De todos los libros leídos no había encontrado ninguna orientación. De todas las personas con las que hablaba, tampoco. 

Algunas de ellas le decían: “si eres capaz de encontrarlo, por favor, dímelo”. Adolfo vio que muchas personas participaban del mismo problema. Todos querían cambiar, pero no se sabía el camino, el modo, la idea. Todo se dejaba al arbitrio de la voluntad. Era algo así como aprisionar y no dejar salir ese proceso que se mostraba en algunas ocasiones. 

No lo lograba. Cuando se daba cuenta del asunto, ya había explotado. Cierto autor le sugirió que si debía cambiar debía comprender el proceso. Sin comprenderlo no había cambio. Este enfoque le intrigó. No lo había escuchado. No se trataba de la voluntad, ni del sufrimiento, ni de los sacrificios que hacía para cambiar. 

Todo se centraba en la comprensión. En un mundo donde la culpabilidad funcionaba era un planteamiento lejano. No era muy usual. Pero Adolfo ya estaba cansado de sus fracasos, de sus caídas. Al menos tenía una puerta para dar salida a sus ansias de liberación y olvido de sus tics peculiares y particulares. 

Esa idea se le metió muy hondo. Entendía que como personas reflexivas debíamos comprender ese proceso. Era lo característico del ser humano. Sin entender no se podía avanzar. Comprender lo que estaba pasando en su interior le hizo dar saltos de alegría. Le dirigía por otras sendas no pisadas y la paz nunca le abandonaba. 

“El secreto de la liberación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo. No importa cuál sea la forma del ataque, eso sigue siendo verdad. No importa quién desempeñe el papel de enemigo y quien el de agresor, eso sigue siendo verdad”. 

“No importa cuál parezca ser la causa de cualquier dolor o sufrimiento que sientas, eso sigue siendo verdad. Pues no reaccionarias en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que eres tú el que lo está soñando”. 

“No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no podrían tener efectos sobre ti a no ser que te dieses cuenta de que se trata tan sólo de tu propio sueño”.

Adolfo releía la frase: “El secreto de la liberación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo”. Captaba la idea. Si él había decidido de antemano que no dejaría pasar ningún error en ninguno de sus familiares, era normal que explotara ante cualquier error de ellos. 

Si él había decidido que no debía admitir el error con facilidad, entonces saltaba cuando se le mostraba el error. Se enfadaba y se molestaba. Después de reconocer el error, pedía disculpas y prometía no hacerlo. Pero si no cambiaba esa actitud que tenía arraigada en su interior de que admitir el error no significaba ninguna pérdida de dignidad, no había posibilidad de superarlo. 

Todas esas ideas las había construido como si fuera un sueño real. Era su propio sueño. Para cambiar, tenía que soñar de forma diferente. Debía cambiar su forma de considerar a las personas. Así se podía construir una idea de que toda persona tenía derecho a equivocarse sin ser denostada ni menospreciada. 

Esa idea grabada en su sueño interior le devolvía un comportamiento totalmente distinto en su vida. No le hacía saltar. Vivía su sueño personal como los sueños cuando estaba dormido. Eran reales. Por ello, entendía que la superación venía por la comprensión. Fuera de ella, no había salida.

3 comentarios:

  1. Sublime querido amigo durante mucho tiempo plantee esta posibilidad, no te haces idea cuantas muestras de cariño recibi.
    Pocas personas asumen que ellos tengan alguna responsabilidad en el comportamiento de sus hermanos.
    Gracias por tu texto, verdadera inspiracion

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  2. Un abrazo compartido con toda la fuerza del espíritu común.

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  3. Un abrazo compartido con toda la fuerza del espíritu común.

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