miércoles, agosto 30

LOS SUEÑOS NOS DISTORSIONAN

Juan se sonreía en su interior al escuchar aquellos consejos que le estaban dando unos vendedores de libros. Eran jóvenes de unos 22 años que trataban de llevar libros de formación a muchas familias. Abordar a la gente no era nada sencillo y, en ocasiones, eran osados e iban a los ejecutivos de algunas empresas. 

Unos decían que ellos nunca se atreverían a tanto. Los jóvenes indicaban que cuando se encontraban delante de esos ejecutivos, la primera emoción, pensamiento, y automatismo, que surgía, en ellos, era el miedo, el temor, el excesivo respeto y el sentimiento de ser como una hormiguita frente a ese señor. 

Bueno, ya se sabía que los sueños siempre magnificaban las situaciones. El miedo era el gran distorsionador de la situación. Durante el sueño de una noche, en muchas ocasiones, el pánico era tal que se debía uno despertar. Imaginad, continuaban explicando, que esa presencia frente al ejecutivo era un sueño. Y por tanto, como todos los sueños magnificantes. 

Así no era posible vender ningún libro formativo. Era una imposibilidad. Su mera presencia nos aplastaba. En cambio, había que salirse del sueño. Esos ejecutivos eran personas normales. Se levantaban cada mañana como nosotros y se aseaban como nosotros y tenían sus necesidades fisiológicas como nosotros. 

Al imaginar a esos ejecutivos en sus funciones fisiológicas normales, el sueño desaparecía en su magnificencia y la naturalidad del ser se presentaba con toda su naturalidad. Al mirarlos y ver en ellos personas normales, no extraterrestres ni máquinas de guerra, se les podía hablar, hacer pensar, crear inquietudes y tocar alguna fibra con buen sentimiento que anidara en su interior. 

El sueño de la desigualdad debía desaparecer. La realidad de un ser con las mismas necesidades que nosotros nos igualaba y nos hermanaba. Esos pensamientos eran clave para poder compartir una charla natural, amena, agradable y de acercamiento. 

Juan veía que era una buena técnica. No dejarse llevar por el sueño. No dejarse llevar por el miedo. No dejarse llevar por la exageración de la situación. En ocasiones se podría contactar con esas personas. En otras ocasiones, seria imposible. Pero eso era la libertad que todo ser tenía. 

No se basaba en el miedo ni en el sentimiento de inutilidad ante esa mole imaginada del sueño. Juan comprendía mucho mejor los conceptos que se deslizaban en esas líneas. “Entre vuestras mentes, sin embargo, no hay ninguna brecha”. 

“Unirte a sus sueños significa que no te unes a él, pues sus sueños lo separan de ti. Libéralo, por lo tanto, proclamando sencillamente tu hermandad con él y no con sus sueños de miedo”. 

“Ayúdale a que reconozca quién es, negándote a apoyar sus ilusiones con tu fe y con tu confianza, pues si lo haces, no podrás sino tener fe y confianza en las tuyas. Y al tener fe y confianza en las tuyas, él no podrá liberarse y tú te quedarás atrapado en sus sueños”. 

“Y sueños de terror vendrán a rondar la diminuta brecha, la cual está poblada únicamente por las ilusiones que habéis apoyado en la mente del otro”. 

Juan respiraba con tranquilidad. Antes de conocer esas posiciones del sueño y de la naturalidad de cada uno, lo hacía por intuición. Muchas personas que, al inicio, aparecían como gigantes grotescos que intimidaban totalmente con su mirada y el porte de su cara, acababan abriendo su corazón. 

Juan recordaba una conversación muy agradable que tuvo con uno de ellos. Después de una conversación de esas que no suelen florecer en la vida, le abrió su corazón. Ante los principios que había compartido con él en el terreno de la enseñanza, de la formación, del trato con las personas, sus ojos se humedecieron y la emoción titiló en sus ojos. 

Le dijo a Juan: “Daría todo mi dinero que poseo por tener esos principios que me estás compartiendo. Es el ansia más grande de mi corazón”. Juan se quedó de piedra. Una vez más se decía, para sí mismo, que detrás de una fachada imponente distorsionada por el sueño, había un ser con una realidad natural y auténtica. 

Juan iba andando el camino. Los sueños distorsionaban todo. La comprensión, la mano tendida, la cara comunicativa, las vibraciones unidas y un entendimiento conjunto mutuo, hacían maravillas en el corazón humano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario