sábado, agosto 5

LO ÚNICO QUE IMPORTA ES LA INTERPRETACIÓN

Sebas, al pensar en aquel episodio, se daba cuenta de que la mente no era afectada por la realidad del acontecimiento. Era afectada por la interpretación que hacía del acontecimiento. Así se dio cuenta de que cada persona vivía una vida distinta por la diferencia de interpretaciones que hacía de las diversas incidencias que ocurrían. 

Fue una conmoción nacional. Se había desplegado un golpe de estado. Los generales militares de cada región habían proclamado la usurpación del congreso de los diputados. Todas las personas seguían las noticias por la televisión y por la radio. 

El rey, fuerte defensor de la democracia, se puso manos a la obra como jefe mayor del ejército. Fue hablando con cada general y recabo de todos y cada uno de ellos obediencia, lealtad y respeto a su jefatura del ejército. Las noticias volaban. Se emitían imágenes de los diputados amenazados con pistolas. 

Las circunstancias eran difíciles, fuertes, tremendas, sin saber el rumbo que todo aquello podría tomar. Sebas estaba pendiente del general de su región respecto a la postura del rey. Sabía las fuertes convicciones democráticas del monarca. Se había acabado la dictadura y con él se desplegaba la democracia. 

En uno de los comunicados se decía que el general de la región militar donde vivía Sebas le había declarado obediencia al rey. Ese detalle le dio mucha paz. Si dicho general de su región estaba alineado con las tesis del rey, todo estaba solucionado. 

Sebas nunca había vivido en democracia. Ahora se estaba instaurando y no deseaba otro enfrentamiento armado. La posibilidad de la libertad, de poder expresar las ideas y de poder tener acceso a la cultura sin censura se estaba dejando ver en las publicaciones que les llegaban. 

Con esa afirmación de que el general de su región militar le había declarado obediencia al rey, se serenó, se calmó, se llenó de confianza y se fue al descanso confiando en el monarca. “Lleva, pues, toda forma de sufrimiento ante Aquel que sabe que cada una de ellas es como las demás”. 

“Él no ve diferencia donde no las hay, y te enseñará cuál es la causa de todas ellas. Ninguna tiene una causa diferente de las demás, y todas se deshacen fácilmente con una sola lección que realmente se haya aprendido. La liberación es un secreto que sólo tú has ocultado de ti mismo. Así lo proclama el universo”.

“Pero haces caso omiso de sus testigos porque de lo que ellos dan testimonio es algo que prefieres no saber. Parecen mantenerla oculta de ti. Sin embargo, no necesitas sino darte cuenta de que fuiste tú quién eligió no escuchar ni ver”. 

Pasada la noche, venida la mañana, Sebas se interesó, de inmediato, en conocer la situación de la nación. Las noticias iban llegando. Poco a poco todo se iba aclarando. Sebas se quedó atónito por lo que iba conociendo. Todos los generales de todas las regiones militares se pusieron al lado del rey. 

Sólo el general de su región militar se había revelado. En algunas de las ciudades de la región los tanques cortaron las vías de comunicación e invitaban a la población a permanecer en sus casas. Sebas se preguntaba cómo había podido cometer tal error. 

Interpretó la noticia de que el general le había jurado obediencia al rey como tal, sin ninguna otra consideración. Había dormido plácidamente por su interpretación. Nada más lejos de la realidad. Todo estaba resuelto menos su región. Error de bulto. 

Pero, la enseñanza era clara. No vivíamos la verdad. La verdad no existía per se. Lo que existía era la interpretación. Y esas interpretaciones eran las que dirigían nuestra vida. Reconocía que debía ser más prudente, más considerado, más comprensivo. Eran sus consideraciones quienes dirigían su vida. 

No quería perderse en un mar de discusiones y de supuestas verdades. Su interpretación era suprema. Por eso entendía muy bien estas líneas: “Pero haces caso omiso de sus testigos porque de lo que ellos dan testimonio es algo que prefieres no saber. Parecen mantenerla oculta de ti. Sin embargo, no necesitas sino darte cuenta de que fuiste tú quién eligió no escuchar ni ver”.

Lo que no deseábamos ver no lo podíamos considerar nunca. Nos metíamos en la oscuridad y en ella no podía entrar la luz para poder ver todo con claridad.

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