viernes, agosto 18

LIBERTAD AUTÉNTICA RESUENA EN EL CORAZÓN

Daniel pensaba en el concepto de la vida como sueño. Recordaba la obra de Calderón “La vida es sueño”. Al adentrarse en ese concepto de vida y sueño unidos le llamaba la atención la importancia que había tenido antaño. “La concepción de la vida como un sueño es muy antigua, existiendo referencias en el pensamiento hindú”. 

“La mística persa, la moral budista, la tradición judeocristiana y la filosofía griega. Por eso ha sido considerada incluso un tópico literario”. El tema central es la libertad del ser humano para configurar su vida, sin dejarse llevar por un supuesto destino.

El tema central de la libertad era lo que más le llegaba a Daniel. Un sueño en el que nosotros podíamos elegir. Esa capacidad de elección valoraba la libertad por encima de otra virtud. La libertad era sublime. 

Otro concepto de la vida como una obra de teatro lo había adquirido en sus clases universitarias. Cierto día el profesor le dijo que todos éramos actores y representábamos el papel que habíamos escogido. Bastaría que pusieran una pantalla delante de nosotros para convertirnos en una obra de teatro. 

Cada uno era un excelente actor. Conocía todos los secretos del personaje. No le eran ajenos sus emociones. Sus pensamientos eran claros para él. La representación teatral de cada uno de nosotros era perfecta. También aquí sobresalía la libertad. La libertad era máxima para darle al personaje tal u otro tinte, sesgo, significado en el medio de desarrollo. 

Los buenos actores se metían en sus personajes. Les daban su energía, su cariño, su ilusión para sacar de ellos miradas nuevas y atrevidas. Era una simbiosis entre las características del personaje y las suyas propias. La libertad era máxima. 

Y en esa libertad nadaban los actores. Esos actores éramos nosotros. Lo primero que destacaba era la falta de estudio personal del personaje. Seguíamos unos patrones automáticos. Pero, muchas veces, no podíamos dar idea del porqué. Nos faltaba un conocimiento racional y de consciencia de nuestro personaje. 

Según nuestro esfuerzo de comprensión salía un personaje u otro. Ese era nuestro juego de la vida. Sin esfuerzo ni comprensión, sólo salían automatismos. Con dedicación y profundidad se descubrían del personaje verdaderas maravillas. Así los buenos actores se alejaban de los demás actores. 

Daniel aprendió que para representar el personaje de la vida debía estudiarlo, comprenderlo, practicarlo y sacar las mejores vetas de su tesoro. “En realidad no ha ocurrido nada, excepto que te quedaste dormido y tuviste un sueño en el que eras un extraño para ti mismo y tan solo la parte del sueño de otro”. 

“El milagro no te despierta, sino que simplemente te muestra quién es el soñador. Te enseña que mientras estés dormido puedes elegir entre diferentes sueños, dependiendo del propósito que le hayas adscrito a tu soñar”. 

“¿Deseas sueños de curación o sueños de muerte? Un sueño es como una memoria, en el sentido de que te presenta las imágenes que quieres que se te muestren”. 

La definición del sueño como memoria también destacaba la idea de la libertad. Ponía de manifiesto quién era el que elegía las imágenes del sueño. Libertad en el sueño de Calderón, libertad en la vida como representación, libertad del sueño como memoria. Toda una explosión de libertad convergía en esos acercamientos a la interpretación de la vida. 

Daniel gozaba. Se henchía. Se regocijaba. Se llenaba de una plenitud nueva y energizante. La vida era toda una elección para vivirla, soñarla, representarla y experimentarla. Por ello, como buen actor, cuando algo no funcionaba bien, se preguntaba si podía cambiar algo para orientar el objetivo de su sueño. 

Todo sueño, toda representación, toda memoria, estaban en nuestras manos. Eran nuestra elección. Daniel decidía seguir clarificando ese tema, esa dirección que le llevaba a la explosión de su energía con toda intensidad. Su alma, en su interior, gritaba a todo pulmón: “Soy libre y elijo yo mismo mi sueño, mi personaje y la memoria que voy a vivir con toda mi pasión”. 

Así, Daniel abría los nuevos horizontes de su experiencia con toda plenitud en sus manos y en su decisión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario